miércoles, 16 de abril de 2014

DERECHOS BÁSICOS

Toda sociedad se organiza con el propósito de buscar el bien común, la tranquilidad y el respeto mutuo. Cabe mencionar entonces que la solidaridad es un principio básico y fundamental para que las relaciones interpersonales, interfamiliares dentro de cualquier sociedad, sean adecuadas y, con la consigna de cooperar entre sí, todos podamos vivir con tranquilidad y tratemos de progresar y desarrollarnos de la mejor manera posible.

            Debemos agregar que, en esa misma sociedad, cada uno de sus integrantes tiene derecho de buscar el trabajo honrado y decente que le permita llevar el pan nuestro a cada integrante de su familia.

            El trabajo, cualquiera que este sea, debe tener principalmente, un elemento que no debe dejar de ser lo más importante: La decencia. La labor que desarrollemos, aunque sea la más humilde, debe ser ejemplar para nuestros hijos y la familia en general. No podemos dedicarnos a vender drogas, licor y demás hierbas y luego presumir de que lo que hacemos no le hace daño a nadie.

            Durante los últimos tiempos, aquí en Huehuetenango, en diversas zonas de la cabecera, han proliferado negocios de dudosa reputación entre los que se cuentan “comedores”, “cafeterías”, cantinas, bares, antros y tugurios en general que, solo con el hecho de abrir puertas al público, ya llevan el germen de la descomposición social, principalmente de la juventud. La prueba es que se han detenido ya a adultos que, dentro de esos tugurios, les están vendiendo licor y drogas a menores de edad.

            En algunos “comedores” y “cafeterías”, lo que menos se ofrece es comida o café y sí se tienen a disposición a niñas que han sido cooptadas por el crimen organizado para que se dediquen a la prostitución; el delito es evidente pero algunas “autoridades” prefieren hacerse de la “vista gorda”, por su propia conveniencia de recibir el apoyo financiero del crimen organizado. Y si esto ocurre en esos “cafés” y “comedores”, imagínese Ud. lo que ocurre en los otros en donde “el negoción” está, no solo en la oferta de “carne fresca”, sino en la venta de licor, drogas sintéticas y tradicionales como la marihuana, la cocaína y el crack.

            Hemos recibido múltiples denuncias sobre los grandes relajos que se producen al interior de algunos de estos “negocios” y que han terminado con la paz y la tranquilidad de los respectivos vecindarios, por cuanto los relajos “caminan” del interior al exterior y porque el volumen que se imprime a los aparatos de amplificación con que cuentan, con ruido espantoso con pretensión musical, hace vibrar diabólicamente cristales y vidrios de casas particulares y ofende el oído, la estabilidad emocional y no permite el trabajo intelectual y mucho menos el descanso de familias enteras, en horas de la noche. Si hay enfermo en casa, la afrenta es imperdonable.

             Vivo en un vecindario que hasta hace muy pocos días, era tranquilo y acogedor; probablemente no nos relacionamos como debiéramos, ni estamos pendientes de las ilusiones y necesidades del prójimo, pero el respeto mutuo ha existido. Hoy vemos con desconsuelo que esa paz y tranquilidad con que contábamos, ha sido destrozada de tajo, por la instalación de un tugurio en la 12ª avenida y 10ª calle de la zona 1, Colonia INVI, que también afecta una parte de la colonia Los Encinos de la zona 5. Está ubicado a media cuadra de la Agencia Departamental de los Derechos Humanos, para mayor INRI.

            A la “autoridad” que extendió la licencia habrá que solicitarle que enseñe o muestre públicamente la documentación de respaldo o que actúe como corresponde. Quién o quiénes tengan responsabilidad nunca deben olvidar que “El Estado de Guatemala se organiza para proteger a la persona y a la familia; su fin supremo es la realización del bien común”…Tampoco pueden desentenderse que “Es deber del Estado garantizarle a los habitantes de la República la vida, la libertad, la justicia, la seguridad, la paz y el desarrollo integral de la persona” (Artos. 1 y 2 de la Constitución guatemalteca).

            Por último, responsabilizamos a los propietarios de este desafortunado “negocio” y a las autoridades que por omisión o acción tengan que ver con este penoso asunto, de lo que pueda ocurrir en contra de cualquier vecino, a partir de la presente fecha.

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