sábado, 8 de septiembre de 2012

ORDEN DE LOS CUCHUMATANES

Me ha parecido extraño recibir tantas solicitudes para que exprese mi opinión en la radio, en la televisión y en este semanario, sobre la forma como se otorgaría la “Orden de los Cuchumatanes” esta vez que, conforme a informaciones no oficiales que me han llegado, corresponde a la disciplina de periodismo; no tengo en mi poder la relación que se respetó siempre para el reconocimiento a personas destacadas en varias disciplinas y el número de ellas, pero creo que no son nueve sino once. Habría que investigar… En todo caso confieso que ignoro la información oficial en este sentido por lo que solo puedo opinar fundamentado en lo que conozco del proceso de selección, mas lo que debiera ser. La Municipalidad de Huehuetenango, desde la década de los años 70, cuando fungía como Alcalde el P.C. Franco Ovalle Mont, otorgó todo su respaldo al Prof. Heliodoro Ralón Celada, en su calidad de Supervisor Departamental de Educación y a un grupo de dignos maestros, que lanzaron el proyecto de otorgar “La Orden de los Cuchumatanes” a personas que, respaldadas por un currículum sobresaliente, merecían un estímulo y reconocimiento por la labor desempeñada hasta ese momento, en su arte, profesión u oficio. Jamás se pensó “hacer” músico, poeta, educador, etc. a alguien que, no siéndolo, resultara con una condecoración inmerecida y lograda por compadrazgo, parentesco, coacción, amenazas u otro subterfugio o por un falso sentido de conmiseración. Los maestros de los diferentes centros educativos pertenecientes al Consejo de Directores (que no son todos los del área urbana del municipio), deberían votar por uno de los candidatos propuestos, pero con suficiente conocimiento de causa, es decir, teniendo en sus manos el historial de cada uno, avalado por el previo conocimiento de la Directiva del C.D., para evitar caer en errores que, como consecuencia, podrían lastimar el prestigio de los otorgantes y devaluar, tristemente, la condecoración. Para todas las disciplinas que se premian anualmente en estricto orden correlativo, siempre hay candidatos muy valiosos. La pregunta del millón, que es la que sospecho que quienes insisten en que haga referencia a este asunto desean que formule, es la siguiente: ¿Siempre se ha otorgado este reconocimiento a quienes verdaderamente lo merecen por su trayectoria, su honorabilidad, su prestigio y su brillantez en la rama que corresponde? Los candidatos que se han propuesto ¿Han llenado el perfil exigido idealmente? O por el contrario ¿Encontramos en las propuestas gente que aparece quien sabe como? No dudo que habrá personas que, como se ha descubierto recientemente en el sector oficial presentaron títulos falsos para conseguir sus deleznables propósitos, quisieran recibir lo que se ha denominado como “la máxima condecoración otorgada en Huehuetenango” para respaldar y fundamentar una calidad que, obviamente, no poseen. Serán los maestros otorgantes quienes decidirán si, a la medalla, le aparecen mas “muescas”. Porque si así, si alguien resulta seleccionado por haber ejercido presiones de alguna naturaleza habrá que concluir, en consonancia con lo que apunta el conocido refrán popular: Aunque la mona se vista de seda, mona se queda.

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