domingo, 7 de septiembre de 2008

INSEGURIDAD Y VIOLENCIA

Mientras mas nos afecta la violencia y la inseguridad; mientras mas frustración exista en el espíritu y la mente por la indefensión en que nos encontramos; mientras la impotencia que nos embarga sea alimentada por los crímenes y delitos que se cometen a nuestro alrededor casi todos los días, mas fuerte será el rechazo que sentimos por quienes, habiendo aceptado un mandato para hacer cumplir la ley, menos se preocupan por las mujeres y hombres de la llanura.
Una joven señorita estudiante de una de las mas prestigiadas universidades que trabajan en Huehuetenango, acudió a las oficinas de una cooperativa para que le entregaran los ahorros que con tanto esfuerzo había logrado acumular durante algún tiempo; quería disponibilidad de dinero porque debía realizar su práctica en una empresa de la capital y con ese dinero cubriría los gastos en cuestión; no se los entregaron por falta de liquidez lo que ocasionó tremendo impacto en la dama, hasta tal punto que sufrió una especie de “shok” que le cortó la vida.
En la vecindad de mi domicilio, con escasos días entre sí, se produjeron sucesos francamente lamentables: Una señorita muy joven que atendía una panadería, alrededor de las seis de la tarde fue asaltada para llevarse el dinero de la venta lo que los tres delincuentes consiguieron parcialmente; uno de ellos, enfermo mental seguramente, quería violarla, cosa en la que no quisieron secundarlo los otros, pero la insultaron, la golpearon y la dejaron traumatizada.
El día anterior, a unos pocos metros de esta venta de pan, habían asaltado a una señora para robarle su celular.
Dos jóvenes albañiles, en el momento de abordar la motocicleta en la cual circulaban, fueron abordados por dos sujetos, uno de los cuales le metió el cañón de la pistola que llevaba, en las costillas, al co-piloto, mientras el otro le exigía al conductor que entregara la llave del vehículo, so pena de ser asesinados. Les exigieron que descendieran del vehículo, acción que aprovechó el co-piloto para golpear fuertemente el brazo armado, volando la pistola unos cuantos metros. El que exigía la llave de la moto, salió huyendo despavorido, pero el otro, el matón frustrado, fue golpeado por los trabajadores afectados, luego por los operarios de un taller cercano, posteriormente por dueños de negocios de la vecindad y también por algunos habitantes del sector. Cuando lo recogieron los Bomberos, me dicen que convulsionaba. Unos minutos antes de escribir esta nota, me informaron que el asaltante frustrado se encuentra en muy malas condiciones y que probablemente quede ciego, si que es que se salva de morir, por la golpiza recibida.
Una bella señorita, muy joven también y estudiante francamente aplicada, se reunió con algunos de sus compañeros de promoción y dispusieron celebrar, su cierre de pensum de una de las carreras de Psicología, en la “disco” que ellos mas conocían y confiaban. En efecto asistieron varios y dispusieron tomarse unos “traguitos”; lo último que recuerda ella es que la fiesta estaba muy animada y después, como se dice popularmente “borró cinta”; despertó horas después en la habitación de un “hotelucho” de La Terminal con un dolor terrible en todo el cuerpo y sin una sola de sus prendas de vestir; hubo de salir a pedir auxilio envuelta en una sábana. Posteriormente un examen médico confirmaría sus temores: Había sido violada por varios individuos uno de los cuales, seguramente, le puso alguna sustancia en su bebida para “anestesiarla”. No creemos que haya sido alguno de sus compañeros.
Estos son “botones de muestra” de lo que ocurre en apenas un sector de la ciudad; una mirada mas amplia nos impulsaría a buscar otros horizontes, pero...¿a dónde ir dentro de este País? ¿Qué podemos hacer para afrontar con éxito tanta barbarie?
Por otra parte: ¿Cómo convencer a quienes son víctimas, que Dios no nos ha abandonado? ¿Cómo asegurarles que El Señor siempre está y estará con nosotros a pesar de todo?
Y mientras esto ocurre aquí y allá, leemos con tristeza y con una frustración que nos embarga totalmente, lo que dice la Constitución Política de Guatemala en sus primeros tres artículos: “El Estado de Guatemala se organiza para proteger a la persona y a la familia...Es deber del Estado garantizarle a los habitantes de la República la vida, la libertad, la justicia, la seguridad, la paz...El Estado garantiza y protege la vida humana desde su concepción, así como la integridad y la seguridad de la persona”.
Pero si ni siquiera el mismo Presidente de la República puede estar seguro en su oficina ni en sus habitaciones porque le metieron “espionaje electrónico”. ¿Qué podemos esperar nosotros, pobres ciudadanos de ínfima categoría?
¡Que decepción! Aunque seamos muy optimistas, no podemos menos que aceptar que vivimos dentro de “un Estado fallido”.

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