PUNTO DE INFLEXIÓN
Es eso precisamente en lo que se ha convertido la Semana Mayor o lo que es lo mismo decir, en una especie de “parte-aguas” anual, verbigracia, cambio, golpe de timón o búsqueda de cosas mejores.
Esta época la tomamos precisamente como punto de inflexión: “De aquí a la Semana Santa, voy a hacer esto y lo otro”; “Para la Semana Santa voy a salir de viaje” y “Después de la Semana Santa comenzaré a estudiar en la U”; tal la diversidad de expresiones que escuchamos con frecuencia.
Pero aplicando “la fórmula” a hechos reales podemos afirmar que antes de esta Semana Mayor la inseguridad, la violencia, la ingobernabilidad y anarquía del municipio, el desorden administrativo y las evidentes señales de corrupción en todos los niveles, estuvieron a la orden del día sin que se diera algún tipo de esperanza al cambio esperado; ello aunado a la angustia y a la psicosis que la población vive, tiene necesariamente que producir consecuencias negativas.
Y para decir lo menos, el desastre político-administrativo, la propia violencia generalizada y la certeza de que la justicia “pronta y cumplida” hizo “mutis por el foro” desde hace bastante tiempo, tuvo que incidir en el hecho claro de que las actividades tradicionales propias de esta Semana Santa se redujeran a su mínima expresión.
Un estudio comparativo muy superficial, que ahondaremos mas adelante, nos indica que un buen porcentaje de turistas nacionales y extranjeros dejaron de visitar el Departamento en aras de su propia conveniencia familiar; incluso los parientes y amigos de quienes vivimos permanente aquí y que residen en otro lugar, se abstuvieron de viajar. Consecuentemente, actividades como la famosa serenata del Miércoles Santo, dejó de tener la fastuosidad de años anteriores para quedarse en una tradición poco menos que doméstica; eso sí, las ventas de comidas, bebidas espirituosas y “otras cosas”, fueron colocadas en los puntos mas importantes de la ciudad para que el ingreso de los supuestos organizadores, no mermara en lo absoluto. Pero la tradición en sí, ha sufrido una abolladura fenomenal.
Los intercambios de pan y miel entre los vecinos, que siempre han representado notas melodiosas de armonía y familiaridad, ahora fueron menos en cantidad y calidad talvez por la recesión económica que a todos perjudica.
Pero uno de los acontecimientos mas esperados de la Semana, es quizá el Santo Entierro, con su multiplicidad y variedad de alfombras que son un deleite visual artístico para todos, ha sido este año algo que nos dejó un vacío espiritual de dimensiones aún no totalmente establecidas. Menos personas, menos familias ocupando su tiempo en esta bella labor; algunos talvez contando con menos recursos económicos y reticencia de muchos a participar. Hasta el punto que hermosas alfombras elaboradas con euforia y pasión el año pasado, hoy desaparecieron de ciertos sectores de la ciudad. En algunas se notaba cierta disminución de calidad, pero en otras, el amor para su elaboración y el arte con que siempre se han distinguido, estuvo a la vista de todos. “De todo hay en la Viña del Señor”; hoy esta sentencia, se ha puesto de manifiesto mas que nunca.
El análisis final, que en este semanario es como una visión muy superficial, lo haremos con mas tiempo y con mas evidencias porque aún estamos dentro del tiempo examinado. Ojalá que podamos rectificar con los aportes de nuestros corresponsales que aún esperamos.
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