domingo, 17 de junio de 2012

RESPONSABILIDADES COMPARTIDAS

Durante los últimos tiempos se ha venido gestando un movimiento feminista de grandes proporciones que ha posicionado a la mujer en el lugar que sus liderezas siempre quisieron; esto es con los mismos derechos y obligaciones que los hombres; si esto buscaron, por derecho propio, ya lo tienen; nadie se los puede regatear. Una enorme cantidad de mujeres tienen su propio espacio y trabajan ahí donde pueden y se les da la oportunidad; no piden “cuotas” de poder, sino se las ganan a fuerza de preparación e idoneidad. ¡Felicidades por ello!. Esas mismas mujeres preparadas, inteligentes y trabajadoras, perciben salarios, en algunos casos iguales o mejores que el de la pareja, pero algunas de ellas piensan que el dinero que devengan solo les pertenece a ella y no aportan el porcentaje correspondiente para la manutención y la estabilidad familiar, responsabilidad que pretenden dejar solo en manos del hombre. Y eso, distinguidas damas, ¡No se vale! En el hogar, hombre y mujer debemos compartir responsabilidades; si la señora no trabaja ni aporta económicamente, debiera responsabilizarse de mantener la casa limpia y bonita y acompañar a los hijos en todo lo que requieran mientras el hombre aporta el dinero necesario para que todo marche bien; si los dos trabajan, tiene que existir un plan para que cada quien entregue en dinero y servicios hogareños lo que le corresponda; de esa manera las cosas funcionarán de maravilla. Y esto, que es parte de un hogar funcional, tenemos que trasladarlo a la vida comunal; las autoridades que elegimos deben hacer la parte que les corresponde conforme a lo establecido por la ley, pero nosotros los ciudadanos, debemos ser responsables de lo que verdaderamente nos compete. Exigimos una ciudad limpia pero por mucho personal que se tenga en el “tren de aseo”, si nosotros los vecinos, permanentemente tiramos basura desde los buses, desde vehículos de lujo, yendo a pie y también nos negamos a pagar el servicio de recolección de basura en cualquier parte, no tenemos derecho a exigir una ciudad limpia. Si todos los días “pegamos gritos al cielo” porque nuestra ciudad ha sido invadida por vendedores callejeros e insultamos a las autoridades y nos referimos a ellos con procacidad culpándolos por el incremento del comercio informal, no debemos “echar en saco roto” que, nosotros, quienes mas protestamos, quizá somos los mejores “clientes” de esas ventas y con ello, propiciamos su mantenimiento e incremento; si tan solo les dejáramos de comprar, ellos, por su propia conveniencia, se irían “con su música a otra parte” y Huehuetenango quedaría limpio de “paja y polvo”. Como los esposos que trabajan y comparten actitudes y dinero, autoridades y pueblo debemos hacer otro tanto compartiendo responsabilidades en el mejor destino de nuestro municipio, sin buscar excusas, por muy fundamentadas que parezcan, para que cada quien cumpla la parte que le corresponde. Al final de cuentas, todos saldremos ganando.

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