domingo, 30 de marzo de 2014

¡APARECIÓ!

La semana anterior dimos a conocer, con fotografía incluida, el desaparecimiento de la niña de 12 años Geimi Martínez quien, luego de pedir permiso a su maestra en la Escuela de El Cambote para salir a efectuar una recomendación de su señora madre, ya no regresó.

La sensación de angustia, de inseguridad y de mucha pena, invadió, no solamente a ese sector de la población, sino al municipio en general: pienso que muchos vivieron horas muy amargas.

Por medio de la radio “La Voz de Huehuetenango”, en el programa “La Hora de Huehue”, dimos a conocer la noticia y pedimos urgentemente, que se activara la alerta “Alba- Keneth” para que todas las autoridades en la materia, principiaran la investigación y la búsqueda.

No digo que solo en esta estación de radio se divulgó el suceso; otras emisoras seguramente lo hicieron, las redes sociales también cumplieron con su misión y no se cuantas cosas mas hallan pasado al respecto; lo cierto es que no solo cundió la alarma, sino mucha gente, entre autoridades, familia, amigos y colaboradores voluntarios, hicieron lo suyo.

Creo entender que por la forma en que se trató el asunto, la niña apareció el miércoles por la noche, casi en el mismo lugar en que desapareció; llegó a su casa y afirman que las autoridades determinaron hermetismo absoluto sobre el asunto.

Esta disposición, entendible porque se trata del caso en donde se involucra a una menor de edad, ha generado especulaciones a granel; se afirman mil cosas al respecto y muchas de ellas no necesariamente muy positivas y provechosas. Probablemente hubiese sido mejor un comunicado oficial escueto pero veraz.

Y es que todos los días vemos, en todas partes, que por ocultar información que debiera darse a conocer de inmediato, sobre todo cuando se trata de cosas que son del dominio público, “por esto o por aquello”, ese “secretismo” mal entendido y peor llevado, genera rápidamente especulaciones a cual más diversas y ninguna de ellas positiva para quien quiere ocultar las cosas.

Esto se da no solo a nivel de la administración pública (en donde la poca transparencia o la opacidad ocasionan daños terribles a los funcionarios), sino también a nivel de la vida privada de mayores y menores cuando, algo relativo a ellos, se hace público por una enorme variedad de circunstancias y pretendemos echar un velo o desviar la atención de lo que casi todos saben en parte. Eso es un error de consecuencias impredecibles.

En todo caso, con este acontecimiento que nos tocó cubrir, sea como haya sido, ya las niñas que desaparezcan de su hogar por cualquier motivo, saben que las van a buscar con toda la gente de que se disponga y cuando aparezcan, les van a deducir las responsabilidades (si es  que cayeron en alguna (s)), luego de las averiguaciones que seguramente se van a seguir; y si existen responsabilidades o ilícitos contemplados en la normativa de la Niñez y la Adolescencia en Conflicto con la Ley, luego de juzgarlos y probárseles el o los ilícitos, irán a dar con sus huesos a los reformatorios, si son menores, o a la cárcel, si los involucrados son mayores de edad.

O sea: No es tan fácil jugar “a las escondidas”. Y aunque el caso tratado no sea necesariamente un simple “show”, sí sirve como ejemplo de lo que no se puede hacer y es bueno que las y los menores, así lo entiendan.

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