ESPACIOS:
El
12 de Agosto se celebró, según las informaciones que pudimos conocer, el Día
Internacional de la Juventud; organizaciones juveniles de todo tipo lo
celebraron de mil maneras distintas lo que es bueno y alentador para todos.
Como siempre que hay celebraciones
que tienen que ver con algún segmento poblacional, se emiten una serie de
declaraciones a cuales más interesantes y diversas exigiendo algo en particular
o muchas cosas en general.
Dentro de las peticiones que me
llamaron la atención de parte de algunos jóvenes, quiero referirme
específicamente a la exigencia de que se asignen espacios para que ellos puedan
tener acceso a la participación política en programas y proyectos
gubernamentales si es preciso.
Por alguna razón misteriosa recordé
de inmediato las exigencias que escuché de parte de un grupo de jóvenes, que
ahora deben ser adultos, en el sentido de que un candidato para algo, pudo
haber sido para la Alcaldía, se retirara de la contienda porque “le estaba
robando espacios a la juventud” (de esto hace algunos años, obviamente).
No podemos pedirle eso a alguien
que, aun siendo adulto mayor, esté prestando un servicio excelente en la
academia, en el gobierno, en la iniciativa privada o en cualquier parte, si ahí
mismo viene accionando con soltura y eficiencia, brindando su experiencia y sus
conocimientos para el beneficio de la comunidad; solo por asuntos eminentemente
económicos han retirado a empleados con extraordinaria experiencia y
conocimientos profundos sobre la materia en cuestión, para darle paso y “abrir
espacios” a una nueva generación; en muchos de estos cambios efectuados, la
calidad se ha perdido y la misma empresa, establecimiento, institución o lo que
sea, ha perdido credibilidad y confianza porque esa “nueva sangre”, no tiene
todavía la consistencia necesaria.
En el caso de aquel político añejo a
quien le pedían retirarse para darle “espacio” a los jóvenes, yo recuerdo que
él mismo luchó por encontrar esos “espacios” desde que prácticamente era un
adolescente, nadie le regaló ningún lugar, luchó mucho tiempo, pero trabajó muy
duro, hasta que se convirtió en dirigente departamental, posteriormente ocupó
posiciones dirigenciales a nivel nacional y obviamente, cuando después de mucho
trabajo ya había encontrado “los espacios” por los que luchó con mucho ahínco, había
ganado también puestos públicos muy importantes en el Departamento y a nivel
nacional. Llegó a donde pudo y quiso, pero a base de trabajo constante, de
esfuerzo permanente y, lo que quizá es muy importante, sin descalificar a nadie
sino con puro corazón y esfuerzo.
Creo que para la juventud actual
principalmente y para todos, este ejemplo es el camino que todos deben seguir:
Prepararse para las “batallas” (porque son muchas) hasta ganar “la guerra”, que
sería el fin último. Y esto tiene vigencia no solo en el campo político, sino
en todos los ámbitos laborales y profesionales a donde pretendemos triunfar. No
es cosa de exigir que nos abran “espacios”; es cosa de luchar en buena ley por
acceder a esos mismos “espacios”; si por “cuello”, por compadrazgo, por
parentesco o situaciones similares nos dan “esos espacios”, este “éxito” tendrá
un sabor amargo; jamás conoceremos cual es el dulce sabor del auténtico
triunfo, porque será como “ganar” una carrera pedestre metiéndole zancadilla a los competidores. Ganar,
triunfar sin “arrugas”, tal es la meta de hombres y mujeres dignos y capaces,
que ahora están en plena juventud y que no debieran perder “el norte” de la
honradez, la decencia y el espíritu de lucha.
“Para
llegar a la tierra prometida, hay que vencer las penalidades del desierto”, tal
debe ser la consigna.
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