SIN CENSURA NI LICENCIA
En el último campeonato mundial
de fútbol “Brasil 2,014”, el equipo anfitrión y considerado uno de los
principales candidatos para llevarse la copa, cayó estrepitosamente y con un
marcador que se consideró vergonzoso, frente al equipo de Alemania que resultó
ser el campeón del torneo mundialista.
Esta fue la
noticia que en segundos, le dio la vuelta al mundo; a ese Brasil que había
impuesto su ley y su “juogo bonito” durante tantos años, lo habían humillado
anotándole nada más y nada menos que siete goles. Millones de brasileños
hubiesen querido ocultar, a como diera lugar lo ocurrido, pero eso resultaba
poco menos que imposible. La noticia, dolorosa para ellos, invadió los espacios
noticiosos, de entretenimiento, culinarios, medicinales, religiosos, etc.,
porque todos querían ser partícipes de la información.
La noticia,
como todas las que merecen ser divulgadas, también fue comentada por todos
aquellos que quisieron hacerlo; en los espacios de opinión algunos fustigaron
al Director Técnico, otros a los Directivos, unos más a los jugadores, hubo
quienes criticaron acremente al sistema y algunos comentaristas afirmaron que
el fútbol brasileño, de capa caída, debía renovar totalmente el sistema
utilizado hasta ahora. Muchas de estas opiniones se dieron a conocer aún en
programas que nada que ver con el fútbol.
Ese es el
camino de la información: Un suceso, un acontecimiento, una decisión de algún
ente importante, genera la noticia que
no se debe ni se puede cambiar. El periodista la da a conocer “sin censura
ni licencia previa” por “cualesquiera medios de difusión” según la ley. La
mayor o menor importancia de la noticia, la valorará el periodista de manera
ética y profesional y según a quienes y a cuantas personas afecta; lo que no
puede hacer es cambiar de manera perversa lo ocurrido originalmente. Por lo
tanto el periodista, repetimos, no es
protagonista de la noticia; simplemente cumple con su función de informar.
¿Por qué medios? La respuesta está en la ley: “Por cualesquiera…” y siempre que le den espacio.
Posteriormente
vendrán los comentarios. Como en el caso de Brasil, a lo mejor hubo aficionados
desubicados que le echaron la culpa a los periodistas de semejante goleada.
Pero la polémica de altura no se centró en el insulto a quienes divulgaron la
información, sino sobre la manera de hacer las correcciones pertinentes para
que, algo tan negativo como aquello, no vuelva a suceder.
La
información veraz a veces resulta muy
dura para algunos; pero son hechos que no se pueden cambiar si no hay
argumentos sólidos para ello.
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