SUMA Y SIGUE:
En
1,944, a pocas horas de haberse iniciado el movimiento revolucionario,
Guatemala había dado un vuelco monumental y se iniciaba la “primavera
democrática”. Por tratarse de una invasión al territorio nacional, patrocinada
por los gringos y gestada por militares traidores, dentro y fuera del País, el
movimiento de “liberación nacional” se tardó unos cuantos días y devolvió Guatemala
a “los dueños de siempre” en el año de 1,954; en el año de 1,963 Enrique
Peralta Azurdia, Ministro de Defensa de Ydígoras Fuentes, en pocos minutos
depuso al General medio chiflado y llegó con su gobierno de “la honestidad” y
en el año de 1,982, militares jóvenes, en un santiamén, echaron de la
Presidencia a Fernando Romeo Lucas García; lo mismo hicieron poco más de un año
después con el General Ríos Mont; por último, en tiempo record, Jorge Serrano
Elías en 1,993 tuvo que abandonar el poder por tratar de emular lo que Fujimori
había hecho en Perú.
A la distancia pareciera que todos
esos cambios sirvieron, en su momento, para cambiar Guatemala para bien, aunque
el gusto no nos duró mucho tiempo; pero nótese que los cambios se produjeron
rápidamente aunque algunos de ellos se planificaron con tiempo y meditación. Y
solo nos referimos a los más recientes. Difícil pensar que con 12 semanas de
manifestaciones continuas (tres meses) a estas alturas del partido, puedan
conseguirse los cambios anhelados.
Ante la avalancha de actos de
corrupción que sigue desvelando el MP y la CICIG, que principiaron el 16 de
Abril y suman y siguen cada semana, se han puesto en evidencia actores y
protagonistas inesperados que solo confirman que estamos en medio de una
corrupción galopante de la cual, si no se toman medidas radicales, solo podemos
esperar que Guatemala siga en las manos deleznables de tantísimo político
innombrable que simplemente están agazapados a la espera de su oportunidad de
medrar a la sombra del Estado y llevarse hasta lo que no pueden. Porque si
verdaderamente queremos contestar a la pregunta ¿Qué conseguiríamos en las
elecciones de este año con el mismo procedimiento?, tenemos necesariamente que
contestar “PONER A UNOS EN LUGAR DE OTROS” y eso nos convertirá en cómplices
del desmadre que nos espera.
En cada momento de la historia de
nuestro País en los que se tomó una medida radical para cambiar las cosas se
lograron, en alguna medida, los fines esperados. Nunca nos fue tan mal que
tuviésemos que arrepentirnos y hoy estamos ante la disyuntiva en la que
seguramente se vieron quienes actuaron en su momento; pero quienes no arriesgan
jamás verán lo que hay al otro lado del río.
Estamos “temblorosos” y acicateados
por los gritos de una mayoría de ciudadanos que nos piden lanzarnos al agua a
sabiendas que son poquísimas las opciones que tenemos para cambiar y para
mejorar el destino de Guatemala; también escuchamos “la bulla” de casi toda la
clase política, de “los empresarios” que obviamente pretenden que todo siga
igual, de los sindicalistas que pelean por conservar sus privilegios
personales, de los “constitucionalistas” aferrados a la letra muerta de la ley
que son incapaces de ver más allá de ciertas leyes anacrónicas que no nos
permiten despegar como nación y de todos los demás que han tenido como botín
las arcas de nuestra patria. La mayoría de quienes no desean que crucemos el
río, están interesados en seguir medrando del erario nacional; ni vuelta de
hoja.
¿Qué pasará? Una pregunta que aún no
tiene respuesta. Pero lo que sí es cierto es que si vamos a las elecciones con
las mismas reglas, todo seguirá igual o peor y los sinvergüenzas ahora
señalados como corruptos y su corte de lambiscones, seguirán enriqueciéndose a
costa de los impuestos del pueblo, porque
ellos estarán en el gobierno.
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