domingo, 12 de julio de 2015

BURLA SANGRIENTA:

Guatemala es un País que se desenvuelve entre la pobreza y la pobreza extrema; conforme a las últimas estimaciones del INE (Instituto Nacional de Estadística), en la misma extensión territorial (108,889 Km cuadrados) vivimos ahora unos 16,210,980 de habitantes; Huehuetenango, que es uno de los Departamentos con mayor población, cuenta ahora con más de un millón y medio de pobladores, mientras en el municipio, que es la cabecera departamental, tratamos de convivir pacífica y armoniosamente, no menos de 160,000 vecinos. Para dotar de buenos servicios públicos a esta enorme cantidad de personas se necesita de una colaboración inter-institucional de primer nivel, lo que todavía no han entendido quienes dirigen los altos estamentos del Estado.
            Ahora que estamos dentro de un proceso electoral sui-géneris (porque nadie sabe en qué va a parar todo esto) vale la pena que afirmemos que, probablemente las elecciones, si es que se realizan, las defina el área rural con su 53.9% de habitantes; es ahí precisamente, en donde se debiera solicitar el voto consciente.
            Pero vamos a lo que verdaderamente nos lleva a escribir esta columna: El 53.7% vive en la pobreza y lo que es aún más duro: el 13.3% vive en la pobreza extrema; de ellos, la mayoría son niños hasta los 14 años.
            Sucesivos gobiernos, solo para su época de campaña electoral, abrazaron, besaron y dijeron que los niños era su prioridad pero jamás se acordaron de ellos mientras gobernaron y pudieron hacerlo. Y hoy, hemos escuchado en toda su crudeza, la burla sangrienta que una señora, dipucaco para más señas, hace de los niños pobres “tomados” por ellos para llevarlos ante “La Lucy” (dice en la grabación) para poner en entredicho a esta funcionaria de gobierno; seguramente los llevaron para cumplir los nefastos propósito políticos de estos “representantes” de Huehue  y a lo mejor ni un refresco les regalaron por haberlos “usado”.
            La burla, la mofa, la guasa y el escarnio que estos señores han hecho de las calamidades por las que pasan los niños pobres del País no tiene nombre y una cosa como esta llora sangre; sobre todo porque, ellos, pudiéndolo hacer, jamás se han preocupado, mucho menos ocupado, de resolver o siquiera amainar el problema de la gente desposeída.

            Esta sangrienta y dolorosa burla, merece un castigo ejemplar. 

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