ESCEPTICISMO:
Es la
doctrina de ciertos filósofos antiguos y modernos que consiste en afirmar que
la verdad no existe, o que, si existe, el hombre es incapaz de conocerla; desconfianza o duda de la verdad o eficacia
de alguna cosa.
Actualmente en Guatemala la
mayoría de ciudadanos desconfía de lo presente y el futuro en el aspecto
eminentemente político; no sabemos que nos depara el futuro inmediato y desconfiamos
de todo y de todos.
¿Quiénes
son los responsables de que seamos tan escépticos en lo que a la política se
refiere? Los individuos que a lo largo de los años utilizaron la política para
robar, para mentir, para enriquecerse ilícitamente; eso nadie lo duda. Y dentro
de este canasto de “manzanas putrefactas” están todos aquellos de quienes
conocemos tanta “movida chueca”, independientemente de que estén ya señalados
por las autoridades correspondientes o simplemente por la vindicta pública. No importa
que estén enjuiciados o a un paso de ir a la cárcel; no importa que, de
momento, sigan libres, soñando que no les podrán iniciar juicio alguno; lo
importante es que los conocemos y sabemos de su trayectoria delincuencial y
que, tarde o temprano, la guadaña los decapitará. El pueblo ha despertado
y descansará hasta que se haga justicia.
Algunos de
los funcionarios recién electos podrían equivocarse pensando que como el voto
de cierto sector de la población les fue favorable, eso los libra de cualquier
señalamiento; ¡falso!; el Presidente recién electo con 2,750.847 votos está
perdiendo aceleradamente el favor de sus propios simpatizantes por defender lo
indefendible en el caso de su asesor financiero José Ramón Lam, a quien se le
sindica de faltar a la ética y a la moral por haber cometido el delito de
plagio; también ha recibido muchas “tachas” por pedir un presupuesto “sin
candados” porque eso deja abierta la puerta a la corrupción. No debe olvidar el
próximo mandatario que más de cuatro millones doscientos mil ciudadanos guatemaltecos, no lo favorecieron
con su voto…y eso, es decir ¡Cuidado…Mucho cuidado!
Diputados y
Alcaldes electos no pueden cantar victoria porque ganaron en el último proceso
electoral una curul o un cómodo sillón edilicio porque todos están en las
mismas o peores condiciones: El apoyo electoral que recibieron es infinitamente
menor a quienes no votaron por ellos o en su caso, los rechazaron, que para el
efecto, es lo mismo.
Vayamos a
un solo ejemplo: El candidato más votado en el Departamento de Huehuetenango
fue Carlos Alvarado del municipio de Chiantla que obtuvo más de nueve mil
sufragios; el padrón electoral de dicho municipio lo constituyen 36,268
ciudadanos; si hubiera obtenido 10,000, más de 26,000 ciudadanos chiantlecos no
lo apoyaron por la razón que usted quiera esgrimir; a él tocará persuadirlos y
convencerlos de la bondad de su trabajo como Jefe Edil. Y la tiene fácil porque
aquellos Alcaldes electos que se quedaron tan solo con un 10% del sufragio de
su municipio van “cuesta arriba”.
Desde el
Presidente hasta el concejal último del municipio más pequeño (pasando por los
diputados), electos en la última contienda, deben actuar con inteligencia,
honradez y mucha capacidad para recuperar la credibilidad perdida; caso contrario,
ellos primero, pero al final todos, nos hundiremos en el más insondable de los
abismos.
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