sábado, 21 de marzo de 2009

DEUDAS

A finales del año de 2,007 la situación económica nacional, principalmente, principió a deteriorase ostensiblemente y se afirma que esto devino por los grandes problemas financieros en que cayeron dos bancos del sistema: El Banco del Café y el Banco de Comercio que sumieron en la pobreza a miles de sus cuenta-habientes, algunos de los cuales se suicidaron o se enfermaron gravemente para morir en condiciones lamentables. Otros la van pasando pero con muchas dificultades.
La maltrecha situación financiera nacional recibió un “golpe de gracia” con la tremenda debacle de la economía de los Estados Unidos que se hizo pública durante el año 2,008; y en este año la falta de trabajo, la pérdida gradual de los puestos laborales, la contracción y la recesión financiera, son hechos que demuestran que muy pocos tienen dinero y menos, los que desean gastarlo en cosas superfluas y se abstienen de gastar mucho en lo que es necesario.
Se ve como una cosa normal que algunas personas abren un negocio y a los dos o tres meses ya lo han cerrado porque “no se vende”, tal la expresión común que se deja escuchar.
A algunos puntos de la ciudad, principalmente al Parque Central, acuden cientos de personas esperando que algún “contratista” aparezca y se los lleve para trabajar, pero la mayoría, por no decir casi todos, regresan a su casa con las manos vacías; apenas van consiguiendo lo suficiente para darle de comer a la familia.
Es un hecho que casi todos tenemos deudas por pagar y quisiéramos la comprensión de las autoridades para que, por lo menos en esta época de “vacas flacas” no nos subieran impuestos, tasas, arbitrios u otros cobros que, incrementados, se convierten en una verdadera pesadilla.
Como pesadilla es la que debe pesar sobre la conciencia de un conocido personaje, devenido en político y hoy “funcionario” que a consecuencia de sus aspiraciones y “sueños de grandeza”, adquirió deudas considerables para lograr colocarse en el puesto que aspiraba; solo a uno de sus acreedores le tiene pendiente la respetable cantidad de Q.3,700,000.00. ¡Si, señor! Leyó bien: Tres millones setecientos mil quetzales que, supuestamente pagaría con los réditos del puesto que hoy ocupa.
Talvez la reacción inmediata de nuestros lectores sea decir o pensar que esas son cosas totalmente privadas que nada tienen que ver con nosotros, pero no es exactamente así. Funcionarios públicos que han llegado endeudados “hasta el copete” a ocupar determinados puestos en donde se maneja dinero, han dado tremendos “zarpazos” al erario público para quedar solventes. ¿Se recuerda del Ing. Jorge Serrano Elías? Y en el caso que nos ocupa, si a solo un acreedor se le tiene pendiente una deuda de casi cuatro “melones” ¿A cuanto ascenderá la deuda total que tendrá que solventar el susodicho, en el tiempo que permanezca en el puesto que hoy ocupa? Preocupante ¿Verdad?
Aquí se plantea un dilema estilo “tragedia griega”: Si el hombre no paga sus deudas se “hundirá” de manera espectacular y caerá en un abismo insondable; si las paga, la institución que dirige será la que se “hunda” hasta para “la cuarta generación...”.

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