LUCINDA RIVAS

La conocí en el Parque “Benito Juárez” de la ciudad de Quetzaltenango cuando ambos éramos estudiantes de secundaria; ella escribía ya sus primeros versos hermosos con pensamiento romántico pero revolucionario; se graduó de Maestra, trabajó, contrajo matrimonio y hubo de marcharse a México que le abrió, generoso, sus hospitalarias puertas; siguió trabajando y estudiando; la UNAM y la Universidad de Michoacán recibieron en sus aulas la docencia de una prestigiosa Doctora en Pedagogía; vuelve a su tierra cada cierto tiempo y tanto aquí como en Xela, los homenajes no le han faltado. La siguiente comunicación es una fehaciente prueba de ello:

“Estimado Don Leonel:
Mi séptima caricatura literaria con dedicatoria para la séptima persona homenajeada con la Orden del Castillo, quien es nada más y nada menos que la Doctora en Pedagogía Lucinda Rivas López. Poetisa de altos kilates y de cuya pluma, la Licenciada Adela María Calderón de Alvarez me hiciera brotar lágrimas, tanto por la belleza de la métrica y rima de los versos de la autora, como de la fuerza interpretativa de la declamadora que tocó la parte sensible de mi corazón de talpetate.

Dado que como he referido, actualmente se sufre de dos virus en la Ciudad de Huehuetenango: a) uno biológico y b) otro social, me permití incorporar dentro de la caricatura de la homenajeada, otra del contexto que yo, a manera de un "epidemiólogo social" llamaría "el vector patógeno-social" como sigue:

Caricatura Literaria
Al Sol del Intelecto Huehueteco
Doctora Lucinda Rivas López

Sólo podré trazar letras color guinda
ya que por referencia sé de Doña Lucinda,
embajadora intelectual de mi tierra linda
que en la remota Michoacán cátedras brinda.

Me pregunto qué escenario “sui géneris” sucedería
si algún jefe edil actual a ella se presentaría,
talvez de un corto circuito una chispa encendería
pues nunca se llevaron la ciencia y la tontería.

En Doña Lucinda un genio se prendería
didáctica, letras, sensibilidad y sabiduría,
algo de ello nuestro munícipe talvez querría
pero para eso a El, la maceta jamás le daría.

Me dijo del pasado uno de los papuchos:
“De haber sabido sus títulos serían muchos
le hubiese ofrecido fragantes cartuchos
incluso animado a lanzarle los chuchos”.

De inimaginables méritos la vida le ha dotado,
tantos versos y prosas que hasta me he imaginado
que las letras, del papel a su cabeza han saltado,
por eso la caricaturizo con cabello acolochado.

La autoridad local poseer capacidad suponía
mas por la realidad actual a recomendar me atrevería:
que es menester para aquél que detente la Alcaldía
recibir de Doña Lucinda ¡meticulosa tutoría!

Edwin Rocael Cardona Ambrosio
31 de julio de 2009”