CONSECUENCIAS
Cuando ciertos grupos de sujetos por la razón que sea, disponen bloquear las carreteras del País, siempre se producen consecuencias que generalmente se quedan sin el debido conocimiento público porque los medios de comunicación no les ponemos la atención que realmente merecen.
De esa cuenta algunas personas que viajan en vehículos particulares o en ambulancias y a las que conducen familiares o amigos en búsqueda de la atención médico-hospitalaria que necesitan y merecen, nunca llegan a tiempo a recibir dicha atención porque pasan horas y horas por esos caminos del Señor, muriéndose de su propia enfermedad o dolencia, o del tremendo calor sin lograr que el vehículo que los conduce se mueva un centímetro del lugar en que los dejaron varados sin ningún tipo de conmiseración por parte de quienes han perdido hasta el sentido de solidaridad y de la comprensión humanas. Contabilizar la gravedad en las dolencias y la propia muerte de enfermos o heridos en las carreteras por los “dichosos” bloqueos es una ardua tarea y propia de una exhaustiva investigación periodística.
Pero en todo el País, personas urgidas de trasladarse de un lugar a otro y conocedoras de carreteras y caminos secundarios, van encontrando la manera de sortear los bloqueos y pasar sin ser detenidos; sin embargo a quienes viven en las proximidades de esos caminos, generalmente de terracería, eso no les agrada para nada y también han decidido ponerle coto al asunto, abriendo zanjas incluso, a todo lo ancho de un camino que consideran suyo.
Eso precisamente ocurrió en las proximidades de la cabecera departamental y la cabecera municipal de Malacatancito durante la última acción ilícita de los trabajadores pagados por el MINEDUC; conductores de vehículos particulares y comerciales encontraron que subiendo a Talmiche y descendiendo hacia Malacatancito, burlaban fácilmente los desafortunados bloqueos; ya lo habían hecho en ocasiones anteriores. Pero esta vez, los vecinos del lugar, decidieron abrir una profunda zanja de un lado a otro de la carretera, para evitar ser molestados con la enorme cantidad de polvo y tierra que los vehículos siempre dejan; eso se supone, pero también pudieron efectuar “el trabajito” los mismos manifestantes.
Uno o dos días después del bloqueo, una pequeña caravana de ciclistas, haciendo deporte de montaña, bajaban por el sector a cierta velocidad; encabezaba el grupo en ese momento, Carlos Herrera, actual mantenedor del reloj de La Torre de Huehuetenango; no vio la zanja, no lo esperaba, no tuvo tiempo de frenar, no tuvo tiempo de nada y la llanta delantera de su bicicleta montañesa se “hundió” prácticamente en lo profundo de la zanja; el “voló” por los aires y cayó estrepitosamente sobre el duro suelo de talpetate del sector; el golpe directo a la cabeza fue amainado por el casco protector; quedó inconsciente y fue atendido tanto por compañeros como por vecinos del lugar; al llegar al centro asistencial fue operado de emergencia; salvó la vida, Gracias al Señor y está en proceso de recuperación. La angustia inicial por el suceso entre los miembros de su familia está pasando y ahora renacen las sonrisas por la certeza de que todo volverá a la normalidad. Dios y su entereza y voluntad, harán el resto; así lo espero muy sinceramente.
Las reflexiones y la meditación sobre este caso en particular lo dejo al buen criterio de cada quien, porque pedir que las causas que ocasionan tan tristes consecuencias desaparezcan, es como pedir “peras al olmo”.
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