ADORNOS “DE PELÍCULA”:

Lo que ocurre en la ciudad de Huehuetenango, principalmente en lo que toca a infraestructura, debe contar con el aval y el consentimiento de la Corporación Municipal que es un cuerpo colegiado que tendría que estar integrado por personas de amplios conocimientos y enorme sentido común.
La conversión del Parque Central en “La Plaza de la Vergüenza” fue avalada por dicha corporación que, Gracias a Dios, en tres meses y medio habrá desaparecido. Ellos autorizaron la colocación de depósitos de basura de concreto y cerrados en el área de la plaza, que llevaron una contaminación y una pestilencia a ese lugar, que los pintó de cuerpo entero; los arquitectos afirman que los quitarán; es lo menos que pueden hacer.
Estos mismos señores (los de la corporación) han llegado al colmo en la aplicación de su sabiduría, de su experiencia y sentido común, mandando colocar dos toneles metálicos, de esos de 54 galones, llenos de piedra (la gente, al ver lo grotesco de la medida, les coloca bolsas de basura encima, como guinda) en la esquina de la 3ª calle y 3ª avenida de la zona 1, aproximadamente a metro y medio de las aceras de la Escuela Jacinta Molina y Farmacia La Moderna. Yo, ignorante y medio mudo (o mudo y medio) me pregunto ¿Para qué y por qué de esos espectaculares “adornos” en plena vía pública y en “el corazón de la ciudad”?
Solo puedo especular afirmando que debo haberme quedado totalmente atrasado en el conocimiento de estas innovaciones viales extra-terrenales que, pobre mortal como soy desconocía, hasta el momento en que las ví y me hicieron abrir las mandíbulas en su máxima expresión, tal mi sorpresa y “admiración”. Hasta me dieron ganas de formar ahí mismo un coro heterogéneo que me apoyara en una porra con este estribillo dedicado a los padres de la criatura: “Que se queden, que no se vayan…que se queden, que no se vayan…”
¡Por Dios, señores, les pesaba tanto la materia gris que tuvieron que dejarla tirada…?!