domingo, 11 de noviembre de 2012

TRAGEDIA

Otra vez Guatemala está de luto. El miércoles 7 de noviembre la furia de la naturaleza volvió a ensañarse, principalmente en contra de habitantes de los Departamentos de San Marcos y Quetzaltenango en donde la muerte se enseñoreó en regiones que, ya de por sí, están alejadas de la Mano de Dios. La mayoría de las personas que han perdido la vida pertenecen a los estratos sociales mas pobres; muchos de ellos murieron mientras desempeñaban el trabajo que les daba para vivir; obviamente, son labores muy humildes las que realizaban, algunos sacando arena para vender, cuando los paredones se les vinieron encima y los soterraron. Las cifras de las personas muertas han variado conforme pasan los días, pero lo mas sorprendente es que entre unos días y los otros, esos números han disminuido en lugar de aumentar. Los que se manejan de momento están totalmente confirmados con nombres y todo. El fuerte movimiento sísmico que se registró en la fecha apuntada como a las diez de la mañana con treintiseis minutos, nos hizo recordar, en toda su crudeza, principalmente por la similitud de magnitud (el de ahora 7.2 y aquel, 7.5 en la escala de Richter), el terremoto del 4 de Febrero de 1,976 que quitó la vida a mas de veintidós mil personas y dejó sin hogar y sin nada, a algo así como un millón de guatemaltecos; el miércoles, las sacudidas fueron tan fuertes, que la mayoría de quienes laboraban en la iniciativa privada y con el gobierno, en todas partes de la República con excepción de El Petén, salieron despavoridos de sus lugares de trabajo, pero afortunadamente las consecuencias no fueron tan brutales como en aquel aciago año. Aquí en Huehuetenango los nervios y la angustia asaltaron a muchas personas porque, algunos por inercia, hicieron lo menos prudente: huir sin saber a donde dirigirse; las calles se abarrotaron de gente que buscaba un refugio en medio del caos; algunas de estas personas se desmayaron y otras buscaban desesperadamente la comunicación telefónica para saber como estaban sus hijos, su familia en general, pero esas comunicaciones colapsaron de momento. Se afirma que en nuestro departamento han sido daños menores los registrado; se habla de dos viviendas destruidas en una aldea de San Ildefonso Ixtahuacán como lo mas grave; algún paredón que se derrumbó y paredes agrietadas aquí y allá. El Señor nos ha tenido bajo Su Protección. Sin embargo, estamos dolidos por la muerte de nuestros vecinos de San Marcos y Quetzaltenango; no son mas de cincuenta pero, uno que hubiese sido, nos deja igualmente apesadumbrados. Nuestras sentidas condolencias a las familias de las víctimas de esto que se convirtió en terremoto, principalmente en los departamentos mencionados. Ahora, por todo el País, se han implementado centros de acopio que ojalá, todos, cumplan honorablemente con el cometido que se han impuesto: Ayudar sin mas interés que el amor al prójimo. También aspiramos que la ayuda internacional que ha comenzado a fluir sea manejada con la mas absoluta transparencia, de suerte que llegue a quien, de verdad, la están necesitando. ¡Que Dios Bendiga a todos, pero principalmente a quienes mas están sufriendo!

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