domingo, 4 de noviembre de 2012

SERENATA… O…QUE?

Corría el año de 1,950; adolescencia en unos, juventud en otros; se formó un conjunto musical que tenía el propósito de “salir” a dar serenata porque todos estábamos enamorados de mujeres bonitas y hermosas, pero fundamentalmente de la tradición; ensayos, preparación total en la que nuestro mayor inconveniente, era como transportar el piano, pero apareció el apoyo; Quique Ruiz convenció a su papá, don Flavio Ruiz, para que prestara un camión que Quique conduciría. El motor del camión se apagaba unos cien metros antes de llegar al balcón de la amada y solo con el impulso que llevaba estábamos en el lugar requerido; en silencio y respeto de los acompañantes principiaba la serenata totalmente instrumental porque no teníamos cantante. El conjunto musical, con variedad de instrumentos, lo integramos: Edgar Calderón, Gerardo Cruz, Adrián Palacios, Rosalío Cardona, Marcial Castillo, Quique Ruiz, alguien mas que no recuerdo y un servidor. Al final, solo comentarios halagüeños y estimulantes.

Dos o tres años después, solicitaba el apoyo de mis amigos ejecutantes, intérpretes y amantes de la música, para llevar serenata; una de las bellas hijas de don Gilberto Aguirre era la elegida; comenzó la música y al concluir una de las melodías aparece la recia figura de don Gil y con esa gran personalidad suya, algo apabullante para los pretendientes de sus hijas, preguntó “¿Quién trajo esta serenata?” …me dejó helado; no supe responder, pero apareció mi hermano Carlos Roberto quien se adjudicó la paternidad musical que, luego, contó con la compañía del padre de aquella hermosa mujer.

Tiempo después de “serenatero”, pasé a la descripción y transmisión radial de incontables serenatas a lo largo de la historia de Huehue.; me correspondió entonces acompañar la música con mensajes amorosos hablados, no solamente para una dama, sino para todas aquellas que quisieron escuchar; todo rodeado de ternura, pasión, glorioso arte musical y poético, para continuar con la tradición tan celosamente respetada hasta entonces. Ni siquiera se construían tarimas de madera; para transmitir, lo hacíamos a la par de la gente, de suerte que algunos de los pantalones y chumpas que usé, resultaron quemados por los cigarrillos encendidos de quienes nos rodeaban.

¿Qué habían inconvenientes? Por supuesto que sí, pero se solucionaban en paz y de la mejor manera. Y si las cosas hubiesen seguido así, hoy seguramente, estaríamos saludando nuestra serenata con un reconocimiento como que la Serenata de Huehuetenango se ha convertido en Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad o algo similar y de valor cultural envidiable.

Ya no podemos aspirar a tanto porque no supimos defender en su momento esa hermosa tradición nuestra; se perdió o nos hicieron perder nuestra identidad; inclinamos la cerviz ante los “cañonazos” de grueso calibre disparados por los comerciantes a ultranza, que no solo pervierten seres humanos sino pisotean la cultura de los pueblos. Esta vez colocaron sobre la 5ª avenida frente a la Municipalidad un conjunto musical que, con el apoyo de un equipo de sonido gigantesco, distorsionado y con decibeles prohibitivos, lo único que consiguieron fue el rechazo total de la gente por la exagerada contaminación auditiva que nunca permitió distinguir lo que se presentaba.

Si seguimos así, si esta tradición ya nadie quiere ni puede rescatarla, propongo formalmente que se le cambie el nombre; ya no hablemos de serenata porque ya no lo es; sugiero que de ahora en adelante, a esta que pasó, la nominemos como” la noche de Cacería de Brujas”; la de Semana Santa la podríamos bautizar como “Las andanzas de Judas”; se aceptan aportes para los nombres mas adecuados…

0 comentarios:

Publicar un comentario

Envíenos sus comentarios. Los comentarios que contengan expresiones soeces o fuera de lugar serán eliminados por nuestro equipo de moderación. Rogamos incluir su nombre y correo electrónico.

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio