“EN ESTAS CONDICIONES…
No queremos elecciones…”; es el slogan o la consigna
que muchos guatemaltecos han esgrimido desde que, en el mes de Abril, principiara
“el destape” de los actos de corrupción que, de manera permanente, abusiva y
prolongada, ha venido socavando la dignidad y la soberanía nacional y
ocasionado hasta la muerte de personas que fueron mal tratadas con medicamentos
y sistemas inconvenientes e impropios debido a la codicia de funcionarios y
empresas particulares corruptas.
A pesar de ser clamor ciudadano, la
petición sobre la interrupción de las elecciones tiene muchos detractores: a)
Todos los partidos políticos; b) Sindicalistas, c) Funcionarios de los tres
organísmos del Estado; d) Empresarios con negocios permanentes con el gobierno
y e) Quienes perderían los privilegios que este estado de cosas les
proporciona.
Al detenerse el proceso electoral se
daría paso, indefectiblemente, a las auténticas reformas o cambio total de la
Ley Electoral y de Partidos Políticos que actualmente, es el escoyo más grande
que se tiene para cambiar de cuajo las estructuras políticas de Guatemala e
ingresar a una nueva era en la que no tienen cabida políticos marrulleros y
mafiosos como la mayoría de quienes detentan el poder actualmente y otros que
ya se sienten en “el trono”. Este debiera ser el primer paso para una nueva era
de decencia en la cosa pública y expulsión de los corruptores de la iniciativa
privada.
Sin embargo y tal como lo hemos
afirmado en otras ocasiones, nos detienen los apasionados y fanáticos de las
formas, que olvidan que en crisis como la que vivimos, es mucho más importante
el fondo que lo que se haya escrito en momentos de tranquilidad sobre el tema.
En el proceso de transformación de la Revolución de Octubre, las antiguas
“formas” se olvidaron; en cambios positivos como los que se dieron en 1,983 que
significaron DEPURACIÓN en organismos del Estado, también nos olvidamos un poco
de “las formas”; si no se hubiera hecho de esta manera no habríamos disfrutado
de buenos resultados. Fue un riesgo pero Guatemala salió victoriosa. Hoy, no
puede ser diferente.
Además del tropiezo que significan las
formas también se presenta el valladar del “como”. Casi siempre hemos esperado
que los cambios urgentes y necesarios vengan dispuestos por quienes se
desenvuelven en la capital de la República y nos lleguen a los departamentos
como una cascada salvadora.
Hoy esto también puede cambiar: En
cada una de nuestras regiones existen abundantes organizaciones civiles
proclives a este cambio estructural de fondo que podrían ser lideradas por
estudiantes y profesores universitarios; tenemos que tomar en cuenta que estos
últimos se han venido involucrando en las movilizaciones iniciadas en Abril; se
perfila la unidad universitaria para sanear a Guatemala; existe mucha esperanza
de que estos jóvenes, procedentes de la universidad nacional y de todas las
universidades privadas, que las hay en todo el País, tomen el liderazgo y
asuman la gran responsabilidad de cambiar Guatemala “henchidos de patrio
ardimiento”, tal como lo hicieron en su momento, Maestros y Universitarios,
para la Revolución de Octubre de 1,944.
Un columnista pretende que esta
responsabilidad de bloquear el proceso eleccionario programado para el 6 de
Septiembre, lo asuman las personas
nombradas por el TSE para la atención de las mesas electorales en todo el País,
pidiéndoles que no sean cómplices de algo que pocos quieren; yo creo que más
bien, esta actitud patriótica por demás, debe ser responsabilidad de un sector
mucho más amplio y más representativo del País.
Luego de ello, podríamos llegar al
Gobierno de Transición que sugiere el la organización “Semillas”.
Pero de inmediato pensemos en la
posibilidad de integrar este Movimiento Profiláctico Nacional para el Rescate
de Guatemala en el que la juventud tiene la palabra.
Y concluyo: Si volvemos a hacer lo
mismo, en las mismas condiciones, seguiremos hundidos en el abismo de la
corrupción y el desmadre.
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