OBRAS SUPUESTAS
Parece mentira pero durante los últimos tiempos cada vez que se aproxima una festividad principia a “trabajarse” en obras municipales que, por el cierre de algunas vías, convierten el tránsito en un caos diabólico. Así ha ocurrido para las fiestas de fin de año, en la proximidad de la Semana Santa y así se vislumbra la “laboriosidad” en el municipio ahora que tenemos a “la vuelta de la esquina” la celebración de la Feria Departamental.
Antes de la Semana Santa se iniciaron trabajos en “la bajada de la Escuela Salvador Osorio” para remozar la vía, con tal lentitud, que aún eso no termina. En este momento se cambian bloques de pavimento en la 6ª avenida entre las zonas 1 y 4 (Puente de La Viña) y no sabemos cuando concluirán el trabajo.
En la zona 1 las calles y avenidas están tan deterioradas que todas, con rarísimas excepciones, necesitarían “cirugía” total para recuperar algo de lo mucho que hemos perdido. El viejo hospital se está cayendo a pedazos pero, ante la actitud incomprensible del Instituto de Antropología e Historia que es como el perro del Hortelano (Ni come ni deja comer), parece que esperarán que se produzca una tragedia para “poner mano al asunto”. Antropología prohibe tocar ciertos “vejestorios” carcomidos por el tiempo, pero no da un solo centavo para su mantenimiento; en otros casos, ni lerdos ni perezosos, hasta alientan para trabajar “monumentos históricos” para cambiarlos por algo que no nos dice nada ni nos llenará de justo orgullo nacionalista.
Hace meses se nos viene “amenazando” con iniciar los trabajos en el Parque Central, dicho sea de paso, sin un verdadero consenso popular, y ahora, cuando ya tienen la venia de taxistas y limpiabotas que (ya lo decíamos) seguirán donde siempre, dicen que comenzarán antes de las Fiestas Julias. Como dice la vox populi: “mala onda” y escaso sentido común...
Mientras tanto el Teatro Municipal, cuyo “maderamen” se sigue apolillando peligrosamente y además se deteriora a ojos vista, no merece atención; el viejo hospital, mas abandonado que nunca; en el cerro Ixcuná siguen los conflictos que, según se sabe, ya ocasionaron una muerte violenta; el agua potable mas escasa, entre otras cosas, porque la tubería original (con alrededor de 100 años de uso) debe parecer una verdadera “pichacha”; los drenajes se siguen rompiendo porque los ladrillos de marca con que fueron hechos ya no soportan la carga y lanzan sus fétidos olores por doquier...
Y nosotros, ante lo perentorio y prioritario, permitimos que se abran frentes de trabajo con obras ornamentales, talvez pomposas o fastuosas, para nutrir el ego de políticos desgastados, trasnochados y estúpidos.
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