domingo, 13 de junio de 2010

ANÁLISIS

Es importante escribir un poco sobre los últimos acontecimientos locales y nacionales que han sorprendido y acaparado la atención pública en los últimos días: La secuela muy amarga del paso de la tormenta Ágata por tierras guatemaltecas con su cauda de muerte y destrucción en varios departamentos del País; la reacción de muchos sectores entre los que destaca la participación del Magisterio huehueteco en auxilio de las víctimas; el conocimiento público del veredicto de la Corte de Constitucionalidad desestimando totalmente un recurso de amparo interpuesto por el ahora exalcalde municipal Danilo Angel que lo ha dejado prácticamente “en el aire”; el segundo y tremendo abismo abierto en plena zona 2 de la capital (el primero fue en la zona 6 y ambos son “como dos gotas de agua”) y la intempestiva renuncia del representante de la CICIG Carlos Castresana.
Cada uno de estos eventos noticiosos ha producido reacciones de distinta índole entre la población: El conocimiento ya casi exacto de lo ocurrido en nuestro País a consecuencia de la tormenta Ágata nos deja pasmados porque por enésima vez, nos han cogido “con los pantalones en las manos” porque no existe ningún tipo de preparación previa para evitar semejante desastre; somos un País muy vulnerable ante los embates de los fenómenos naturales; desde movimientos sísmicos fuertes hasta “temporales”, ocasionan destrucción y muerte porque no tenemos ni avisos previos por parte de las autoridades correspondientes, ni mucho menos verdadera organización ante el empirismo que salta a la vista de las instituciones que, con nombres pomposos, solo sirven para rendir los informes finales pero nunca para actuar antes y durante los eventos naturales.
Y entre la politización de la ayuda nacional y extranjera para los damnificados, ha surgido esta vez, el magisterio, principalmente el huehueteco, que supo aprovechar la semana de receso de actividades educativas decretada a nivel nacional por el gobierno, para salir a las calles a pedir ayuda de parte de la población para llevar, ellos mismos, los contingentes de víveres, ropa, medicinas, agua y otras cosas importantes, directamente a los afectados por las intensas lluvias o bien, para dejarlos en centros de acopio atendidos por personas honorables. El Magisterio merece nuestro reconocimiento por el gran esfuerzo realizado.
Y en el curso de la presente semana, también ha sido de nuestro conocimiento el Expediente 361-2,0l0 de la Corte de Constitucionalidad en el cual se analiza la solicitud de amparo provisional en la acción constitucional promovida por Danilo Angel en contra de Síndicos y Concejales de la Municipalidad de Huehue, por haber declarado vacantes los cargos de Alcalde Municipal y Concejal Primero. Obviamente su intención al promover esta acción judicial era que se le restituyera en el puesto mencionado.
La Corte de Constitucionalidad analiza las actuaciones y estima “que las circunstancias no ameritan el otorgamiento del amparo provisional” por lo que deniega el amparo solicitado.
Serán los internautas y expertos en la materia quienes obtengan sus propias conclusiones y determinen los alcances de esta sentencia.
En cuanto al abismo abierto en plena zona 2 de la capital, que “se tragó” un edificio de tres niveles, en lugar de aceptar cada institución la responsabilidad que le corresponde ante las advertencias previas de parte de los pobladores del sector, se han enzarzado en tremenda discusión y dejan de actuar para solventar el problema que afecta a miles de pobladores.
Por último la renuncia del Señor Castresana, muy molesto porque últimamente ha sido criticado por sus actuaciones públicas y privadas que dejan mucho que desear, habría dejado la puerta abierta para que un abogado guatemalteco, honorable, digno, brillante y valiente ocupe ese puesto. Pero parece que el Colegio de Abogados, ni ninguna otra institución, consideran que en Guatemala no existe ninguno y por lo tanto la ONU, por la falta de dignidad nuestra, mandará a otro pro-cónsul extranjero.
Aquí en este pobre País nuestro (y ya no digamos en Huehue) pecamos mas por omisión que por acción; cuantas cosas putrefactas ocurren a nuestro alrededor, lesivas para nosotros, pero dejamos pasar...dejamos hacer...Es por eso que, en muchos casos, simplemente “lloramos como mujeres, lo que no supimos defender como hombres”.

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