domingo, 6 de junio de 2010

EL PARQUE CENTRAL

Contaba con muy pocos años de edad, entre la niñez y la adolescencia, y mi padre me permitía salir de nuestra casa ubicada en lo que ahora es la 4ª calle entre 6ª y 7a avenidas de la zona 1 para “dar la vuelta”, con la condición (“sine qua non”) de volver a la hora que él me indicaba.
“Dar la vuelta” significaba buscar a los amigos en el Parque Central, que era nuestro punto de reunión, para jugar “tenta”, “conecta”, cincos, “tipachas” (si era época), avión, de repente una “chamusca” en las calles adyacentes y platicar, contar chistes (que no chismes) y divertirnos de mil maneras sanas.
De pronto la tertulia terminaba abruptamente porque el reloj de la torre marcaba la hora límite impuesta por “el jefe” o porque aparecía por ahí un “señor Policía”, batón en mano al que apodábamos “veneno” y que nos infundía mas miedo que respeto, ordenándonos “recogernos”; indicación que se cumplía a rajatabla.
El Parque, era lo que es, nada mas que bonito, bien cuidado, porque era el símbolo de Huehue., de donde se desprendía el conocimiento general del poblado, principalmente para los pocos turistas de la época que primero lo visitaban y que junto a la Iglesia Católica, les llenaba las alforjas de ilusión para conocer el resto.
Cuando hablan de cambiarlo por “remodelación”, “reconstrucción” o “rescate” de cosas que ninguno de los huehuetecos vivos recordamos y que no representan nada, sino el ejemplo de las tiranías “cabrerista” y “ubiquista” por medio de la “comandancia de armas”, se nos “enchina” el cuerpo y el alma se constriñe. Y no podemos menos que pensar que el dinero que aportan los europeos para obras prioritarias en los países “en desarrollo”, no se utiliza debidamente; aquí antes de “hacer un atractivo turístico” en vez del Parque Central que estimulará sentimientos y resentimientos muy escondidos, se necesita, por ejemplo, agua potable. Porque la “maqueta” que podría convertirse en algo novedoso pero innecesario en lugar del Parque, no calmará ni la sed ni el hambre de los huehuetecos.
Los contribuyentes europeos no querrán aceptar que su dinero se dilapide en cosas truculentas, agobiantes y superfluas.
¿Por qué no le cambiamos el piso al Parque? ¿Por qué no diseñamos bancas confortables, cómodas y estéticas? ¿Por qué no jardinizamos, enriquecemos y embellecemos el área verde del Parque? ¿Por qué no hacemos un trabajo durable, sencillo, hermoso y económico y nos quedamos con nuestro bello Parque Central totalmente remozado?
Vale la pena no picar el avispero.

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