domingo, 1 de diciembre de 2013

¿JUSTICIA?

Después de 56 intentos por fin se eligió al Presidente de la Corte Suprema de Justicia y Presidente del Organismo Judicial recayendo tal honor en el Lic. José Arturo Sierra de quien se dice que es un ciudadano correcto.

Se abre entonces una gran esperanza para los guatemaltecos en el sentido de que la justicia podría conducirse por los caminos de un verdadero estado de derecho y culminar sus procesos en base no solo a la ley sino al sano criterio de los juzgadores que vean el entorno completo de cada situación para aplicar también las leyes de Dios, respetando los derechos humanos de cada quien y otorgando lo que cada inculpado merece.

El caso de las distinguidas señoras licenciadas en Enfermería Karina Yadira Cardona Gómez y Silvia Aracely Gutiérrez García que seguí con mucha atención, es un buen ejemplo de que la aplicación de la justicia deja mucho que desear.

Ellas, con el amor maternal natural en la mayoría de las mujeres, decidieron, por separado, adoptar a dos niñas recién nacidas en el Hospital Nacional, prácticamente abandonadas por sus madres biológicas. Se las llevaron para su hogar y les brindaron todo lo que ellas necesitaban para un crecimiento físico/psicológico de primer nivel; principalmente les ofrecieron su regazo y su amor de verdaderas madres.

Probablemente el procedimiento administrativo que siguieron para las adopciones adoleció de errores; pero esto no es un delito sino una falta administrativa.

Un “lenguazo” que precedió al descubrimiento de robo de medicinas en el centro hospitalario, dio pie para que se montara el gran “show”, acusando a las señoras de lo que se les ocurrió y en un gran operativo policial las capturaron en su casa y lo peor para ellas, les arrebataron a sus pequeñas hijas que ya se acercaban al año de estar a su cuidado. Esto ocurrió en el mes de Marzo de este año.

Se las llevaron a Guatemala convirtiéndolas en prisioneras de la insidia y del sistema. Principió el juicio que al inicio lucía muy negro. Pero pasó el tiempo y hace apenas unos días, después de sufrimientos sin cuento, fueron sentenciadas: Cinco años de prisión conmutables a Q.5.00 diarios mas Q.5,000.00 de multa. Al estar firme la sentencia y efectuar los pagos, esto se convertirá en un caso cerrado.

¿Se hizo justicia? Leí que “sectores de la sociedad civil (¿Cuáles?) consideran que la condena debió ser mayor” porque “fue uno de los casos mas sonados en Huehuetenango” (vaya argumentación) y porque “se puso en riesgo la integridad de las infantes” (no sabía que verdaderas madres, no biológicas, ponen en riesgo la integridad de sus amadas hijas).

¿Se hizo justicia? Yo también pienso que no, por razones diametralmente opuestas, porque ellas jamás debieron estar en la cárcel y el sistema nunca debió quitarles a sus hijas. Ese mismo sistema es culpable de haber destruido cuatro vidas.

Las niñas y las señoras enfermeras han perdido, tal vez para siempre, una vida que Dios en su momento les otorgó y que la justicia guatemalteca les arrebató.

Mi solidaridad y mi admiración para ellas, señoras enfermeras víctimas y solo culpables de dar amor a manos llenas. Amén.

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