domingo, 11 de mayo de 2014

POLÍTICOS:

 Obviamente no vamos a hacer generalizaciones imperfectas; a lo largo de la historia hemos tenido en Guatemala personas muy honorables que se han dedicado, algunas a tiempo completo, a las cuestiones de índole política. Recordemos a dos personajes de esa historia política de Guatemala, colocados en puntos diametralmente opuestos de la ideología política mundial; el Lic. Mario Sandoval Alarcón, líder indiscutible del anticomunismo guatemalteco que jamás claudicó ni se cambió de camiseta, a pesar de los vaivenes de esa historia.
             En el otro lado de la moneda, jamás podríamos dejar de mencionar al carismático representante de las juventudes socialistas nacionales, el Lic. Manuel Colom Argueta que tampoco dejó sus ideales del lado izquierdo del panorama, hasta que lo asesinaron, para dejar a los socialistas de Guatemala prácticamente sin liderazgo.
             El primero de los mencionados llegó a ser Vice-Presidente del País y Presidente del Congreso de la República, mientras el Lic. Colom fue, con mucho merecimiento, Alcalde de la ciudad capital y primer Presidente de la Asociación Nacional de Municipalidades.
             Pero deseo insistir en algo que me parece ejemplar de parte de ambos políticos: En su limpia trayectoria, colocados en polos opuestos, jamás se cambiaron de camiseta por ningún tipo de interés. Fueron ejemplares en un quehacer que se ha vuelto tan sucio y poco confiable.
             No podemos menos que preguntarnos ¿Por qué ha cambiado tanto el quehacer político? ¿Por qué no se volvieron a dar dentro de los llamados partidos políticos, personajes ejemplares como los mencionados? ¿Se terminó la honorabilidad, la lealtad, la decencia en la política?
             Vemos con desconsuelo en la actualidad que los ideales dieron paso a los intereses económicos; hoy para llegar a ser candidato de algo no se necesita una hoja de vida meritoria y honorable; lo único que se necesita, además de ser guatemalteco mayor de edad, es tener suficiente plata para comprar cualquier candidatura. De ahí los resultados tan lamentables en cualquier ámbito político nacional. Un buen ejemplo actual, es la aprobación de esa famosa ley de comunicaciones telefónicas que atenta contra la propiedad privada y contra la Autonomía Municipal, aprobada por meros intereses económicos.
             Vemos ahora a ciertos individuos metidos a puro tubo en iglesias evangélicas, teniendo en su corazón no precisamente a Jesucristo, sino a Belcebú. que les traza el camino para, supuestamente, llegar a ocupar una posición política ventajosa; se acercan a las iglesias, principalmente evangélicas, para conseguir adeptos a quienes engañan miserablemente con su vileza y cinismo absolutos. Dios, tarde o temprano, les dará lo que merecen.
             Buscan afanosamente posiciones dentro de organizaciones más o menos grandes, mejor si tienen la posibilidad de manejar dinero, para sentar su huella con zarpazos financieros que les permitan tener el suficiente dinero,  porque son incapaces de conseguir un trabajo honrado puesto que son rechazados hasta por sus mismos familiares que no les dan trabajo porque, por supuesto, los conocen perfectamente bien. No tienen, pues, un trabajo decente, ni siquiera para solventar sus necesidades primarias porque son conocidos por su deshonestidad, cinismo y oscuras intenciones. ¿Quién quiere en su nómina a un político perverso y cínico?

             Pero pienso que, por lo menos aquí en Huehuetenango, los ciudadanos están despertando y ojalá no se dejen engañar más.

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