EXAGERADA REACCIÓN:
El parte de la PNC indica
claramente que dos adolescentes de 16 años ambos, viajaban en una motocicleta
en un sector de la zona 4; cuando los efectivos de la PNC les marcaron “el
alto” pretendieron huir, pero a 500 metros fueron neutralizados; los
identificaron y registraron; se les encontró, en una mochila que llevaban, un
arma de fuego tipo pistola 9mm. y un
celular; la PNC no indica si la pistola llevaba colocado el cargador o
la tolva pero lo que sí informa es que el vehículo tenía reporte de robo. No
existe ningún otro aspecto, en la aprehensión de estos muchachos, que nos de
idea que ellos, los aprehendidos, tuviesen una reacción violenta; el reporte
policial se concreta a lo que estamos escribiendo.
Sin
embargo, en las redes sociales (en donde se escribe ¡cada barbaridad¡), pero
principalmente en ciertos medios radiales escuchamos a mucha gente, algunos de
ellos personas conocidas, que pretendían soliviantar los ánimos de la población
por la vía telefónica, ¡soliviantando los ánimos y haciendo una clara apología
del delito!, pidiendo, descabelladamente, que nos uniéramos para linchar a
estos patojos y algunos agregaron el nombre del Juez, porque este señor, en
cumplimiento estricto de su obligación como tal, los dejó en libertad por ser
menores de edad y porque seguramente no encontró un delito mayor que perseguir
o un ilícito mayúsculo como para ligarlos a proceso. El Juez se ha de haber
preguntado: Si los detengo ¿A dónde los llevo?
El artículo
20 de la Constitución de la República dice lo siguiente: “Menores de edad. Los
menores de edad que transgredan la ley son inimputables. Su tratamiento debe
estar orientado hacia una educación integral propia para la niñez y la
juventud. Los menores, cuya conducta viole la ley penal, serán atendidos por
instituciones y personal especializado. Por ningún motivo pueden ser recluidos
en centros penales o de detención destinados para adultos. Una ley específica
regulará esta materia.”
Ante estos hechos incontrastables, en el caso
de estos adolescentes, nos preguntamos: ¿Por qué la reacción enormemente
virulenta de quienes pedían las cabezas de ellos y del Juez? Es que los adultos
que participaron por la vía telefónica pidiendo que los lincharan ¿No tienen
otra cosa mejor que hacer? ¿Es que no tienen hijos? ¿Es que no conocen lo que
significa vivir en un Estado de Derecho?
Siempre
hemos dicho que Huehuetenango es un paraíso terrenal, que su gente es noble y
bondadosa, que somos hospitalarios y que aquí está la mejor gente del mundo;
pero al escuchar todo aquello que se dijo, yo señores, que no lo oí todo, sentí
vergüenza ajena; ¡no puede ser¡ me dije, que hayamos retrocedido tanto; ya
volvimos a la edad de piedra y con muchísimos agravantes. Era impensable para
mí, hasta ese momento, escuchar voces conocidas pidiendo por medio del
teléfono: “¡Linchémoslos!”. Clara comisión de delitos penados por la ley,
siguiendo el ejemplo de algunos medios irresponsables a los que ya les llegará
su castigo.
Y ¡Lo
peor!: Estamos atentando en contra de uno de nuestros derechos sagrados: La
Libre Emisión del Pensamiento, habiendo volcado los más nefastos sentimientos
que pueden existir en el espíritu humano, exigiendo la muerte de otras
personas, probablemente inocentes de lo que se les pudo acusar.
Sólo
entiendo esta barbaridad, tal vez, porque no pudimos, no nos atrevimos, no nos
animamos, no nos arriesgamos, no creímos oportuno ¡gritar!, pedir públicamente
lo mismo, en contra de los policías que supuestamente asesinaron a un vecino de
Chinacá.
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