BOMBEROS VOLUNTARIOS:
“¡Cómo han pasado los años…”
estas son las primeras palabras de una hermosa canción de antaño que hoy deseo
aplicar a lo que me nace del corazón para hablar del Benemérito Cuerpo de
Bomberos Voluntarios de Huehuetenango.
“Parece que
fue ayer…” (otra frase común) cuando un pequeño grupo de jóvenes principiaba
con mucho entusiasmo a trabajar para integrar la primera compañía de bomberos
en la ciudad. El entusiasmo se “desperdigaba” por todos lados, muchos querían
conformarla pero pocos aceptaban el reto de disciplina y orden que ello
requería.
Hace un
poco más de 46 años se produjo un incendio en una casa de habitación de la zona
8, frente a donde ahora se encuentran los estadios de fútbol y el gimnasio y
recuerdo que a este lugar acudieron algunos de los fundadores para echar la
mano y apagar el fuego. Libo Galindo (Toribio Galindo Pereyra) era uno de
ellos, demostrando su inmenso deseo de servicio; y lo menciono a él
específicamente porque hace rato que se adelantó en el viaje sin retorno.
Cuando ya
las cosas iban tomando forma, recuerdo que ocuparon un espacio en la parte
trasera de la Escuela Urbana para Niñas “Amalia Chávez” (no se si fue este el
primer ambiente físico que ocuparon), pero ahí veíamos la entusiasta
colaboración para los pioneros de lo que más adelante constituyó la 17ª
Compañía de Bomberos de Huehuetenango, de la Profesora Migdalia Azucena López
Palacios que, con mucha diligencia y entrega, ayudaba en lo que le pidieran y
ofrecía su amabilidad y amistad a todos los muchachos; ella también se fue para
no volver.
Ya,
transcurridos algunos años, principió a realizarse, ante la proximidad de las
Fiestas Julias, la elección e investidura de la Señorita representante de la
belleza bomberil que tenía, obviamente, el propósito de recaudar algunos fondos
para el presupuesto mensual que siempre ha sido difícil de completar; en una de
aquellas ocasiones me pidieron que me vistiera de Bombero (traje completo),
para dirigir el acto.
Entre los
aditamentos que utilicé para aquella noche efectuada en el “monumental” Cine
Lilý (como yo le llamaba), tuve que ponerme el casco correspondiente; es claro
que yo no tenía costumbre de usar ese casco que, conforme pasaba el tiempo,
sentía que me pesaba como una tonelada; cuando concluyó todo y me quité “el
cobertor” de mi cabeza, tenía un escalofriante dolor que todavía lo siento como
una pesadilla.
Junto a
algunas directivas del Comité Pro mantenimiento de la institución, hicimos
algunas actividades para recaudación de fondos y llenaba de ternura y de
emoción que los primeros que acudían para colaborar, eran precisamente, la
gente del pueblo, las personas más pobres y necesitadas que con mucho
desprendimiento y altruismo, ayudaban con lo que más les hacía falta; un pueblo
noble que jamás se negó a ofrecer su óbolo.
No lo
recuerdo con exactitud pero había un slogan que decía: “Nadie es tan rico que
no pueda necesitarnos, ni tan pobre que no pueda ayudarnos”… (algo así).
¡Felicidades,
integrantes amigos del Benemérito Cuerpo Voluntario de Bomberos en su
cuadragésimo sexto aniversario! ¡Ánimo y siempre adelante!
0 comentarios:
Publicar un comentario
Envíenos sus comentarios. Los comentarios que contengan expresiones soeces o fuera de lugar serán eliminados por nuestro equipo de moderación. Rogamos incluir su nombre y correo electrónico.
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio