domingo, 9 de noviembre de 2014

BOMBEROS VOLUNTARIOS:

“¡Cómo han pasado los años…” estas son las primeras palabras de una hermosa canción de antaño que hoy deseo aplicar a lo que me nace del corazón para hablar del Benemérito Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Huehuetenango.
            “Parece que fue ayer…” (otra frase común) cuando un pequeño grupo de jóvenes principiaba con mucho entusiasmo a trabajar para integrar la primera compañía de bomberos en la ciudad. El entusiasmo se “desperdigaba” por todos lados, muchos querían conformarla pero pocos aceptaban el reto de disciplina y orden que ello requería.
            Hace un poco más de 46 años se produjo un incendio en una casa de habitación de la zona 8, frente a donde ahora se encuentran los estadios de fútbol y el gimnasio y recuerdo que a este lugar acudieron algunos de los fundadores para echar la mano y apagar el fuego. Libo Galindo (Toribio Galindo Pereyra) era uno de ellos, demostrando su inmenso deseo de servicio; y lo menciono a él específicamente porque hace rato que se adelantó en el viaje sin retorno.
            Cuando ya las cosas iban tomando forma, recuerdo que ocuparon un espacio en la parte trasera de la Escuela Urbana para Niñas “Amalia Chávez” (no se si fue este el primer ambiente físico que ocuparon), pero ahí veíamos la entusiasta colaboración para los pioneros de lo que más adelante constituyó la 17ª Compañía de Bomberos de Huehuetenango, de la Profesora Migdalia Azucena López Palacios que, con mucha diligencia y entrega, ayudaba en lo que le pidieran y ofrecía su amabilidad y amistad a todos los muchachos; ella también se fue para no volver.
            Ya, transcurridos algunos años, principió a realizarse, ante la proximidad de las Fiestas Julias, la elección e investidura de la Señorita representante de la belleza bomberil que tenía, obviamente, el propósito de recaudar algunos fondos para el presupuesto mensual que siempre ha sido difícil de completar; en una de aquellas ocasiones me pidieron que me vistiera de Bombero (traje completo), para dirigir el acto.
            Entre los aditamentos que utilicé para aquella noche efectuada en el “monumental” Cine Lilý (como yo le llamaba), tuve que ponerme el casco correspondiente; es claro que yo no tenía costumbre de usar ese casco que, conforme pasaba el tiempo, sentía que me pesaba como una tonelada; cuando concluyó todo y me quité “el cobertor” de mi cabeza, tenía un escalofriante dolor que todavía lo siento como una pesadilla.
            Junto a algunas directivas del Comité Pro mantenimiento de la institución, hicimos algunas actividades para recaudación de fondos y llenaba de ternura y de emoción que los primeros que acudían para colaborar, eran precisamente, la gente del pueblo, las personas más pobres y necesitadas que con mucho desprendimiento y altruismo, ayudaban con lo que más les hacía falta; un pueblo noble que jamás se negó a ofrecer su óbolo.
            No lo recuerdo con exactitud pero había un slogan que decía: “Nadie es tan rico que no pueda necesitarnos, ni tan pobre que no pueda ayudarnos”… (algo así).

            ¡Felicidades, integrantes amigos del Benemérito Cuerpo Voluntario de Bomberos en su cuadragésimo sexto aniversario! ¡Ánimo y siempre adelante!

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