A UNA SEMANA:
El deporte Nacional por excelencia es el
envilecimiento de los demás; destruir prestigios y hacer añicos lo que otros,
con denodado esfuerzo, han construido a través de los años. Para ello
utilizamos todos los medios a nuestro alcance: micrófonos, cámaras de TV,
grabadoras, medios de prensa escritos y demás; pero nos encanta hacerlo de
manera anónima para evitar ser identificados y para ello, la herramienta de
moda es el internet; para ser más específicos, las llamadas “redes sociales”.
Creamos
cuentas falsas, según nuestro interés, y ahí extirpamos toda la ponzoña que es
capaz de embodegar nuestro espíritu perverso y con toda la procacidad que
llevamos a cuestas, difundimos calumnias, injurias, difamaciones y situaciones
falsas, a cual más diversas; lo que nos interesa es destruir a todo aquel que
consideramos un peligro porque puede desenmascararnos. La “campaña política” es
la ocasión propicia para algunos de estos engendros demoníacos y lo acabamos de
vivir.
La
descalificación es otro de los elementos notables de este “deporte nacional”;
la utilizan los politiqueros de poca monta que aun así, no lograron colocarse
en los primeros lugares de la opinión pública que los detesta y no los vota.
Sin
embargo, ahora nos enfrentamos a un enigma de difícil solución; la
descalificación también la han utilizado (y han abusado de ella) las personas
por quienes parte del pueblo de Guatemala acudirá a las urnas electorales este
domingo 25, a depositar el sufragio a su favor o para anular su voto…o
definitivamente no se tomarán la molestia de acudir. Porque ellos se han
descalificado mutuamente en un “espantoso” espectáculo recogido esta semana por
cámaras de televisión, que nos dejó la evidencia de lo que nos espera para los
próximos años. Descalificación antes que propuestas de política estatal concisa
y clara.
Estos
“debates” presidenciales se espera que sean ejemplares en todo sentido porque
quienes se postulan para la primera magistratura de la Nación, debieran ejercer
la docencia política y gubernamental, aprovechando “la tarima” nacional que
medios de comunicación les brindan en bandeja de plata; pero lejos de la
calidad de auténticos estadistas, nos presentan la evidencia de que “pasaron
por la universidad” pero la academia no pasó por ellos; y lo que es más
lastimoso, el medio siglo que aproximadamente han vivido en este mundo, tampoco
les ha otorgado “experiencia” y mucho menos sabiduría.
Ese
es el agrio sabor de boca que nos dejó el dichoso debate de la Asociación de
Gerentes de Guatemala que abre un abismo de escepticismo y el enigma para
quienes, a pesar de ello, acudirán a las urnas el domingo que viene.
Se
escucha con excesiva frecuencia en corrillos sociales y familiares y allá en
donde Ud. platique del asunto, que la disyuntiva es morir ahorcado o fusilado o
bien, contraer sida o cáncer.
Usted
¿Qué piensa?
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