RELACIONES PÚBLICAS Vrs. POLÍTICA CRIOLLA:

En la mayoría de los cambios que se han suscitado a lo largo del tiempo y como consecuencia del resultado de las elecciones generales, en muchas instituciones estatales, queda una especie de confusión, desconocimiento o mala fe que desemboca en acciones que pudieran llegar a ser ilícitos penados por la ley o peligrosamente “en el filo de la navaja” porque se encuentran sorteando los sutiles e inefables linderos de  la ilicitud (Ley de Probidad y  LEPP)).

            Veamos: En calles, avenidas, puentes, carreteras, piedras del camino, etc., “a estas alturas del partido”, todavía vemos con desconsuelo cómo el paisaje natural sigue estando contaminado por la multiplicidad de afiches, vallas publicitarias, anuncios coloreados y el rostro desagradable de políticos “shucos” (ganadores o perdedores, eso es indiferente) que debieron desaparecer 60 días  después de concluida la primera o segunda etapa del proceso electoral; pero para nuestra desgracia, siguen ahí…

            Los anuncios y programas radiales de tinte político, tan cansados, aburridos y desesperantes, no debieran ser patrocinados por quienes asumieron un puesto de elección popular, (con dinero público) porque son definitivamente ilícitos y además porque se supone que los electos, ya no necesitan quien los “endiose”, tampoco necesitan “culto a su personalidad” (sobre todo si tienen deficiencias de personalidad muy palpables); y SÍ, lo que necesitan, es divulgar la obra pública trascendental que ya ejecutan con base a su programa de gobierno que debe ser altamente progresista y beneficioso para el pueblo en general.

            Y aquí, precisamente, está la enorme diferencia entre la “gimnasia con la magnesia”: Anuncios y espacios politiqueros que nos hacen pensar que no hemos terminado la campaña electoral, por ilegales (a menos que los pague con su dinero el interesado) debieran ser proscritos del presupuesto de cualquier institución pública por ser simplemente un gasto oneroso, no una inversión positiva. “Lex, dura lex”.

            Y precisamente para evitar inconvenientes e ilegalidades surge la denominación de Relaciones Públicas, que es toda una estrategia de comunicación pública de triple vía que debe trasladar la información de lo que la autoridad en cuestión haga muy bien, principalmente con base a sus planes y programas de gobierno diseñados con suficiente antelación a la toma de posesión de su cargo; RRPP (siglas de Relaciones Públicas) es el esfuerzo inteligente, veraz y honesto para influir en la opinión pública mediante “el buen decir” y el “buen hacer”, que se convierte en la promoción conveniente de la  ejecución responsable de la autoridad de que se trate; esa es una vía, para que no se piense que queremos silenciar a la autoridad.

            La otra vía consiste en el conjunto de comunicaciones estratégicas a corto, mediano y largo plazo que deben tener, como principal objetivo, fortalecer los vínculos amables y agradables con el pueblo,a fin de escucharlos, informarles y convencerlos del “buen hacer”, para lograr el consenso, la fidelidad (si es posible) y el apoyo necesario para el desarrollo del “Plan Estratégico de Desarrollo de la Comunidad” (si este no se tiene, debe iniciarse su formulación inteligente cuanto antes); porque no se puede pretender conducir un vehículo que no tiene un destino pre-fijado. No llegaríamos jamás a ningún puerto, mucho menos a “un puerto seguro”.

            La tercera vía, integrada por los trabajadores de la institución, la mayoría muy honestos, que deben, consensuados y convencidos de que las RRPP no apoyarán deshonestidades y sí defenderán, a capa y espada, a quienes cumplan honorablemente con el deber de servir a la comunidad, que se pretende, deben prestar también su respaldo y colaboración.

            El éxito de las Relaciones Públicas, apenas esbozadas aquí, depende fundamentalmente de la dirección total de la institución y del equipo que con absoluta honestidad y verticalidad, logre colocarlas en el pensamiento y el corazón del pueblo.