Reflexiones sobre la Noche Cultural Galileo en Huehuetenango
El Lic. Edwin Cardona escribió sus impresiones sobre la actividad de la Universidad Galileo; me place mucho copiarlas para Uds.:
"De una noche de glamour y refinada distinción pudimos deleitarnos y ser testigos durante la noche del viernes 18 de julio. Hermosas expresiones literarias, musicales y excelentes ejecutantes de fama mundial. No podía ser para menos, con el fuerte número de artistas huehuetecos que en la misma intervinieron, sin obviar a los guatemaltecos no huehuetecos.
Me agradó mucho apreciar la destreza en la ejecución de la trompeta del maestro Nery Cano Arreaga de hondas raices cuchumatecas de Chiantla y Aguacatán. Introducir una trompeta en un entorno de música de cámara requiere una verdadera destreza y dominio del instrumento como acertadamente lo expresara el Maestro Mazariegos. Comentábamos con los amigos los trozos de música nacional que el maestro introdujo dentro de sus arreglos para jazz.
La maestría en la ejecución de Canto a Mi Huehuetenango, estoy seguro, habría causado las más hondas e inexplicables emociones y recuerdos a mi insigne maestro Don Gonzalo López Rivas, quien a sus 77 años, sigue como el manantial del Río Blanco en Aguacatán, manando agua cristalina y vigorosa a borbotones.
También es cierto que la grandeza de Huehuetenango en el campo del arte y especialmente, la música rebasa con mucho, cualquier erudita exposición que pretendiese hacerse de la misma, ya que cualquier descripción y ejecución se queda corta, ante la majestuosidad de los brotes inagotables de verdaderos torrentes de creación musical, y es que se requeriría muchas tesis doctorales para exponer la grandeza musical de los filarmónicos de nuestra tierra. La exposición sobre la música de Huehue fue modestísima. No se podía pedir más. No se puede describir el universo en 15 segundos.
En nuestra suntuosa noche, también tuvimos el privilegio de contar con la presencia del distinguido Don Héctor Leonel Alvarez Galindo, autor de la letra de Migdalia Azucena. Solamente algunos, disfrutamos con una secreta complicidad de la humildad de tan grande personaje, quien solamente acompañó a su esposa e hijos y en algún momento sólo para manipular el equipo musical de marco para que su esposa declamase.
Y es que, verdaderamente grandes son los maestros ejecutantes de la Orquesta de Cámara de Universidad Galileo: diré más: grandiosos. Pero el pecho se llena mucho más cuando advertimos que la música que los más grandes ejecutantes, ha sido creada por colosales huehuetecos que son nuestros amigos, con quienes hemos tenido el privilegio de sentarnos a su mesa, humilde, pero grandiosa, compartido las historias secretas que guarda cada melodía y muchas veces colaborando con granitos de arena en sus fantásticas creaciones que llenan de admiración a los grandiosos académicos de la música. Eso es Huehuetenango. Nuestra tierra de la cual nos sentimos orgullosos y felices de permanecer en ella y luchar por ella.
Particularmente, invito con mucha amabilidad y cariño, a los que allende nuestras fronteras departamentales quieran adentrarse dentro de nuestra rica cultura, a pasar el resto de sus días con nosotros, para conocer de ella, aunque sea un pedacito. Jamás a nadie le dará tiempo suficiente en toda su vida, para adentrarse dentro de la Huehuetenangonomía. Sólo a los nacidos acá se nos ha dado semejante privilegio y, aún quedamos cortos.
Huehuetenango, la tierra aquella que cuando permite que algo se escape de sus fronteras, siempre será muy notoria, por muy buena o por muy mala. Quien viene a la tierra de Tajahuaquix, nunca será igual otra vez. Llevará su marca por donde quiera que vaya y no podrá ser de otra manera. Las lágrimas de Tajahuaquix se han diseminado por toda la atmósfera de la Antesala del Cielo y nuestros visitantes, estuvieron sentados sobre el verdadero yacimiento del oro musical guatemalteco, al que estamos acostumbrados y disfrutamos en nuestras salas y nuestras calles; sentados sobre el verdadero nacimiento del agua musical que se irradia a toda nuestra bella patria, talvez sin saberlo, pero nosotros con ese doble gozo: saboréandolo.
Esta hermosa noche, me pareció tan glamorosa por la gallardía de los caballeros asistentes y la elegancia y belleza de nuestras mujeres huehuetecas: las más hermosas de este país. Imaginemos este majestuoso concierto sin gente. La realidad fue: un esplendoroso concierto, donde los ejecutantes brindaron excelencia y recibieron la excelencia del más exquisito refinamiento de la sociedad huehueteca, donde el 75% fueron los lujosos profesionales la muy prestigiosa Universidad Galileo, para quienes el hecho de lucirse de pie ante la distinguida concurrencia, verdaderamente asumen un compromiso por luchar por la excelencia y el desarrollo integral, que si no se pone a disposición de la comunidad, perderá completamente su sustancia. Orgullo en la humildad de servir a mayor gente. El verdadero lujo de esa noche no fue solamente la música, sino más, lo dilecto de la más finísima concurrencia. Tan distinguidos todos.
Sigamos el ejemplo de los verdaderamente colosales que se han vuelto inmortales y que han sido marcados por la herencia de sus antepasados americanos y españoles, de donde se deriva su riqueza.
El distinguido conductor del evento, quien con mucha corrección, cortesía y distinción expresó la motivación por seguir organizando estas expresiones. Consejo muy prudente, pero que llega como el que pretende dormir al sueño. Yo en mis adentros, con poca humildad y con mucho orgullo de lo que me consta, emana de mi pueblo me dije: "todas estas expresiones vienen desde nuestros antepasados; en Huehuetenango, la lírica es expresión común en nuestra gente, hasta tenemos dos Serenatas al año, porque la poesía y la música se desborda de nuestros corazones; en Huehue hasta el analfabeta es un poeta, extraordinario para el resto del mundo. en Huehue, nosotros creamos, el resto del mundo nos interpreta. Talvez Huehuetenango es el Salzburgo de Guatemala".
Felicitaciones a todos. Cada uno fue un protagonista invaluable de tan dilecta noche. Si al menos uno de los asistentes hubiese faltado, la noche no hubiese tenido un cien.
Con un saludo cordial,
Edwin Cardona"
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