sábado, 9 de agosto de 2008

TOLERANCIA

La relación de docencia y amistad que he mantenido por muchos años con personas de nuevas generaciones me ha dado la oportunidad de entrar en pleno conocimiento del tema que hoy deseo abordar: La tolerancia que debiera existir entre personas de muy diferentes edades en el tratamiento de los disímiles intereses que perseguimos.
Principio por afirmar que las personas de “cierta edad” (este es un mero eufemismo para referirnos a personas mayores), nos cuesta mucho aceptar que el cambio generacional se ha dado en diferentes direcciones y que lo que fue muy bueno para nosotros, quizás no lo sea tanto para los mas jóvenes; por ejemplo: Muchos de nosotros estudiamos en establecimientos educativos con internados en donde nos sometimos a una disciplina “cuasi” militar, aceptada de plano por padres de familia, maestros y nosotros los estudiantes y la disfrutamos, porque en medio del rigor, estudiamos en un ambiente de compañerismo, amistad y variados entretenimientos como el deporte, la música, la poesía, el teatro y muy de cuando en vez, una tarde de cine. Eso, para nosotros, fue muy bueno ¿Lo sería para los adolescentes de hoy?
Nos embebimos con la poesía y las obras de teatro tradicionales; o sea disfrutamos con las obras de Gustavo Adolfo Bequer, Manuel Acuña, Amado Nervo, Salvador Díaz Mirón, etc. todos poetas, pero también gozamos con las representaciones teatrales de las obras de Shakespeare, Lope de Vega, Moliere, Manuel Galich y otros, pero ¿Despertará los mismos sentimientos entusiastas y de admiración que en su momento nosotros vivimos, en los muchachos de hoy, una bien lograda representación de estos y otros grandes dramaturgos?
Nosotros, los que ya “doblamos el cabo de las torturas”, en el mas absoluto silencio escuchamos interpretaciones de alguna orquesta sinfónica, un grupo de maestros con música de cámara o un cuarteto filarmónico y algunos, seguimos con pasión la representación de la ópera bufa “Las bodas de Fígaro” de Mozart (por poner un ejemplo) y tratamos de seguir paso a paso su apasionante historia y el silencio se convirtió en deleite, en todos los casos. ¿Ocurrirá lo mismo entre los jóvenes de hoy?
Nuestra música popular fue la romántica, independientemente del idioma en que se vocalizara una canción. Disfrutamos de la exquisita poesía que contiene la letra de muchas de estas bellas páginas musicales; compositores, intérpretes y público, nos unimos siempre como una sola materia porque aquellos, “hablaban” nuestro propio idioma y “decían” lo que todos sentimos en un momento de nuestra vida. Los Panchos, Los Tres Ases, Pedro Infante, Nelson Ned, María Victoria, Nana Moskouri, Nino Bravo, Agustín Lara, José Alfredo Jiménez, José Ernesto Monzón, Domingo Betancourt y otros grandes, marcaron lo mejor de nuestra juventud hasta que apareció una “inspiración” que decía en su letra “Toma chocolate, paga lo que debes...”
Jamás hemos pretendido ni siquiera pensar que aquello fue mejor que lo que ahora disfrutan los jóvenes; nosotros nos deleitamos con aquello pero nunca hemos tratado de imponer nuestros gustos; lo de ahora, no es que sea feo ni mucho menos, simplemente es otra época. Pero eso no significa que, cuando tenemos oportunidad de organizar un evento artístico, desechemos por nuestra juventud, lo que consideramos del pasado siendo fenomenal o viceversa, que rechacemos, por estar entrados en años, lo nuevo, existiendo tantas cosas excelentes.
Las generaciones que vienen del siglo pasado y las actuales, tenemos que convivir con total tolerancia entre unos y otros, porque todos estamos necesitados de espacios artísticos (que es lo que hoy nos ocupa), para deleite espiritual. No se vale la discriminación perniciosa.

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