EL CAMBIO
Hoy que tratamos de pergeñar algunas notas que nos abren el camino hacia un año recién nacido, no podemos menos que pensar en que se nos avecina un cambio en muchas de las actitudes y actividades de nuestro Departamento.
Principiamos por aclarar conceptos y efectuamos un análisis de lo que es y significa “cambio”, apartándonos totalmente de lo relativo a las letras de cambio y similares, para quedarnos exclusivamente con la definición que sirve a nuestro propósito: “tomar o hacer tomar, en vez de lo que se tiene, algo que lo sustituya”; “convertir en otro, especialmente en lo opuesto o en lo contrario”; y “mudar o alterar una persona o cosa su condición o apariencia física o moral”; con estas definiciones de cambio o cambiar, tenemos suficiente para referirnos a lo que nos trae este documento periodístico.
Cuando se ha terminado un año cualquiera, luego de la evaluación correspondiente, pretendemos cambiar para mejorar las cosas que hicimos mal el año que se va; dejar de tomar bebidas alcohólicas o dejar de fumar, asistir con mas frecuencia a la Iglesia, estudiar con mas ahínco o iniciar una carrera universitaria, buscar un mejor trabajo o simplemente buscar trabajo si no lo tenemos, mejorar nuestro negocio buscando nuevos clientes y oportunidades; en fin, nos proponemos mejorar en todo sentido, principalmente en cuestiones familiares, intelectuales y económicas.
Todos sabemos que para lograr esos cambios positivos tenemos que trabajar con mas intensidad y concentrarnos en lograr los objetivos propuestos.
Otra cosa, como esperar que las mejoras nos vengan por “obra y gracia del Espíritu Santo”, simplemente porque creemos merecerlo, es nada más que una fantasía infantil propia de los inmaduros y de quienes perdieron la brújula.
Algunos políticos son excelentes ejemplos de esto último: La propaganda oficial anuncia que habrá cambios sustanciales en algunos aspectos de la vida de los más necesitados y que basta con regalar dinero para que se den los cambios publicitados; nada más “espectacularmente falso”.
Hemos olvidado la conocida sentencia oriental, muy sabia, dicho sea de paso, que dice que “en lugar de regalar pescado, debemos enseñar a pescar”; en vez de regalar dinero a manos “semi-llenas”, canalicemos las actividades productivas privadas o en último caso las obras necesarias para las comunidades en donde la pobreza es una plaga y démosle trabajo a “medio mundo” o a todos los guatemaltecos necesitados.
También hemos olvidado otro refrán que retrata la filosofía popular: “Lo que no cuesta, que se haga fiesta” y eso es lo que ha venido sucediendo desde tiempos remotos cuando se le regala dinero o tierra a la gente; si es tierra la “mal venden” y si es dinero, lo dilapidan; así de fácil. Repito: Busquemos como la gente trabaja y se gana su dinero con esfuerzo; eso ellos mismos y su familia lo agradecerán mas que “el pescado” que se regala.
Otros se solazan con publicitarse como el “gobierno del cambio”; lastimosamente sí existen cambios pero totalmente negativos y para muestra un solo botón: Las ventas callejeras desordenadas y sin control dejaron obstruidas, este año, vías que jamás se habían cerrado; se extendieron donde nunca habían llegado; construyeron champas en plenas calles y avenidas del llamado “centro histórico” y muchos etcéteras mas.
Esto también se llama “cambio”, para honor y gloria del desorden, de la voracidad, de la codicia, de la anarquía y del desmadre total.
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