domingo, 1 de marzo de 2009

DEMOCRACIA

Es el gobierno “del pueblo, para el pueblo y por el pueblo” tal como lo definió claramente un extraordinario líder político de los Estados Unidos de América; para que le vamos a dar mas vueltas si así es como entendemos todos la democracia.
Etimológicamente hablando: “Demos y Cratos” que no tiene otro significado que no sea “Gobierno del pueblo”.
Se repite hasta la saciedad que esa es nuestra forma de gobierno y que no se ha inventado otra mejor. Pero aquí está la pregunta del siglo: En Guatemala ¿Funcionará realmente la democracia?
¿Qué es lo que aquí ocurre? Cada cuatro años se efectúa una elección entre muchos candidatos y, en el caso de las Alcaldías, gana el que haya obtenido la mayoría de votos aunque la diferencia con sus contrincantes sea mínima.
Para poner un ejemplo de lo ocurrido en las votaciones últimas, hablemos de Huehuetenango: El ganador obtuvo 6,889 sufragios mientras los votos nulos, en blanco y quienes no acudieron sumaron 16,729, o sea, mas del doble; los candidatos que no ganaron obtuvieron en conjunto 18,909, lo que es casi el triple de votos obtenidos por quien ganó; si sumamos la segunda y tercera cifra la diferencia con los votos obtenidos por el ganador, es apabullante.
Pregunto de nuevo: Mayoritariamente ¿Cuál fue el mandato del pueblo? Que ninguno de los propuestos merecía la confianza de la mayoría de los sufragantes; desde otro punto de vista, la mayoría se inclinaba por no darle su confianza a ninguno en especial; la mayoría voto por afinidad o familiaridad.
Desde este punto de vista, debió efectuarse una segunda ronda que determinara cual de los punteros debía llegar al puesto no precisamente por merecimientos personales sino para salvaguardar uno de los principios democráticos; cuando se postulan tantos candidatos, la democracia no funciona porque para ser un triunfador legítimo debiera darse mayoría, o sea el 50% de los votos emitidos mas uno. No podemos contar con legitimidad en un gobierno del pueblo con un magro 18% de los sufragios emitidos.
Pero eso no es lo peor; esta desafortunada circunstancia se da cuando un gobierno central o municipal, por su pobre desempeño y su total incapacidad, además de su evidente ilegitimidad, colma la paciencia del pueblo y este pugna por deshacerse de él; el sistema “democrático” lo complica infinitamente hasta el punto que ante el cansancio y la desesperación por no encontrar los mecanismos legales para deshacerse de los ineptos, el pueblo puede llegar a la violencia. De hecho en algunos lugares del mundo, principalmente en la América Latina, se han dado casos que rayan en lo indescriptible.
Sabemos que en la actualidad se realizan estudios muy serios que tienden a evitar los mecanismos violentos para que los pueblos revoquen el mandato que en un momento determinado las autoridades electorales le otorgaron a ciertos politiqueros debido a una decisión electoral ilegítima; pero mientras concluyen y se llega a los cambios legales correspondientes con base en la razón y la práctica, podrían ocurrir cosas muy desagradables e inconvenientes para los pueblos inconformes.
Por eso precisamente, los principales actores en esta “comedia humana”, tendrían que actuar inteligentemente en beneficio de las grandes mayorías. ¿Será mucho pedir a gobernantes y gobernados actuar con inteligencia y previsión para no arrastrar a los pueblos a verdaderos “baños de sangre”? ¿Podemos esperar que, relegando intereses personales, hagamos lo propio en aras de la mejor calidad de vida del pueblo?

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