domingo, 24 de mayo de 2009

UN DÍA ACIAGO

Alrededor de las seis de la mañana un ruletero se detiene porque el semáforo del Edificio El Triángulo esta en rojo; en ese momento aparecen dos sujetos a bordo de una motocicleta y disparan varias veces en contra del piloto y el ayudante de la unidad; ahí muere con muchos impactos de bala Víctor Hugo Shutuc de 30 años y queda gravemente herido José Octavio Cobón de 20 años quien moriría horas después en el Hospital Nacional de la ciudad; dos jóvenes trabajadores huehuetecos a quienes los sicarios de la extorsión habrían sentenciado a muerte por negarse a pagar.

La noticia se esparce como un reguero de pólvora y causa escozor, cólera e impotencia; debo transitar por la 5ª. Avenida en donde se ubica una sub-estación de la Policía en donde a la vez, “funciona” la cárcel de la ciudad; son las nueve y media de la mañana cuando paso en medio de un fuerte grupo de personas, algunos vecinos de la zona 7, de San Lorenzo, pilotos y ayudantes de unidades de transporte público (en este momento ya decretaron un paro total de labores), familiares de las víctimas y muchos curiosos; no puedo detenerme pero veo a un amigo cuyo teléfono poseo; al llegar al estudio de Astro Satélite para presentar uno de mis programas matinales, llamo al amigo y me dice que los ahí reunidos piden que les entreguen al supuesto asesino que capturaron pero los elementos de la PNC les contestan que ahí no ha ingresado nadie y que probablemente lo tienen en la Comisaría de la 3ª. Calle; para ese lugar se va el grupo que se incrementa con rapidez inusitada.

El Comisario habla con la gente y trata de convencerlos para que tomen otra actitud menos intransigente; no lo consigue; pasan las horas y la multitud sigue creciendo y cambiando a sus actores; de pronto y ante la imposibilidad de que les entreguen al supuesto culpable, un grupo retiene a un militar y piden canjearlo por aquel; entre estas y las otras, la multitud, superior a los efectivos de la seguridad, principia a quemar la comisaría y un pick up oficial que se encuentra en su interior; lanzan objetos contundentes y hasta “bombas Molotov” fabricadas sobre la marcha porque algunos portan recipientes con gasolina.

Las autoridades han solicitado urgentemente refuerzos a la superioridad; estos llegan, unos alrededor de las dos y otros después de las cinco de la tarde cuando los alrededores del Parque Central se han convertido en un verdadero campo de batalla; la multitud ha destruido banquetas y bordes de arriates para lanzar, a manera de piedras, los pedazos de cemento y piedrín; los elementos de la PNC utilizan lanza-granadas de gases lacrimógenas, algunas de las cuales son devueltas por el populacho, mientras que los objetos contundentes también van de regreso desde la posición policíaca, hacia los “alzados”. Una batalla de gases y “piedras” que van de un lado a otro.

Llegan los refuerzos en una buena cantidad y la multitud que se ha divido en varios grupos que nunca se rinden, se repliega hacia las zonas 2, 3, 4 y 7 principalmente, y siguen enfrentándose a los efectivos gubernamentales; estos detienen a mas de veinte personas que quedaron a la zaga de los grupos; algunos presentan golpes y heridas de consideración; seguramente entre ellos no habrá ningún protagonista de esta desafortunada historia.

A eso de las diez de la noche las cosas se han calmado; la autoridad, representada por decenas de efectivos policíacos, ha tomado el control; el centro de la ciudad luce en condiciones lamentables; los destrozos que se han causado a consecuencia de la furia desatada saltan a la vista.

Huehuetenango, una vez mas, ocupa titulares de la prensa nacional e internacional, no precisamente por su cultura y su belleza natural, sino por todo lo contrario. Se necesita oxigenar la administración pública local en todos sus niveles para privilegiar un cambio sustancial en nuestro diario vivir; se necesita organizar a la población para que, ante la ineptitud gubernamental para proteger vida y bienes de las personas, los vecinos se constituyan en verdaderos defensores de la ciudad; se necesita de, que si el gobierno central y municipal no cumplen con sus funciones, nosotros organizados, implementemos nuestras reglas para conseguir el bienestar general. Se necesita en fin, el re-cambio de todos los funcionarios que han dejado muy claro que los puestos para los cuales los nombraron o los eligieron, les quedaron demasiado grandes y que no pudieron con ellos. Como no van a renunciar, faltos de dignidad, deben ser echados de manera mas que elocuente para sentar un precedente ejemplar.

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