domingo, 10 de julio de 2011

¡QUE VERGÜENZA!

Ante la presencia de los visitantes que en esta época llegan a Huehue., ante la presencia de algunos hijos de nuestro pueblo que desarrollaron una vida muy fructífera en otras partes del mundo y que vuelven a su tierra; ante los ojos del mundo, sentimos una profunda vergüenza por el deterioro continuo de nuestro pueblo.
Creímos, porque no podemos perder la esperanza (que es lo único que nos va quedando), que se haría un trabajo, aunque fuera de maquillaje, para que por lo menos, calles y avenidas, pudieran ser transitadas con relativa seguridad por parte de vehículos y peatones y principalmente por los participantes activos de las actividades festivas, a efecto de evitar molestos incidentes y críticas destructivas.
Pero ¡Que va! Eso es lo menos que les interesa a los ocupantes de cargos inmerecidos. Hoy, desde esa cúpula que se ha vuelto odiosa, solo se piensa en cuestiones de índole política partidista interesada y se actúa en función de una re-elección igualmente inmerecida por cuanto el resultado de esta gestión administrativa, está a la vista: Ni siquiera es estancamiento, es un retroceso de quien sabe cuantos años en el supuesto desarrollo de nuestra ciudad que, yo creo, merece algo mejor en su dirigencia.
Cuanto me gustaría (O a lo mejor no), transmitir en “vivo, en directo y a todo color”, las reacciones de propios y extraños en el momento en que han pisado, a partir de que se retiraron las últimas láminas de zinc en la 5ª avenida, las detestables piedras de “La Plaza de la Vergüenza”; algunas personas, olvidándose de su lenguaje correcto y de su linaje, han soltado cada expresión que hiere, no solo el oído, sino los sentimientos mas nobles por nuestra tierra: Una de ellas, talvez la mas común y correcta, es un reclamo directo: ¿Cómo permitieron ustedes que ocurriera esto? Y damos la callada por respuesta y escondemos la cara, ruborizados por nuestra apatía.
Y aquí en nuestra ciudad, descuidada y sucia, sin atinar que hacer para que las cosas cambien de manera definitiva, sin seguridad de que no volveremos a equivocarnos a la hora de depositar nuestro voto, solo nos queda pedirle a Dios que nos ayude para que nuestro municipio se encamine hacia el desarrollo y el progreso.
Y para colocarle “la tapa al pomo”, nuestra vergüenza se acrecienta ante el asesinato de Facundo Cabral en las calles de la ciudad capital por sujetos desconocidos que lo mataron a mansalva ante la decidia de quienes, constitucionalmente, debieran proteger a propios y extraños, pero que tampoco atinan como comportarse ante sucesos deplorables como este.
Nosotros, sin representar a nadie, no podemos menos que pedir perdón a la comunidad artística internacional por este trágico acontecimiento, que “tenía” que ocurrir en Guatemala, para mayor “INRI”.
Facundo Cabral vivirá siempre en su música y con su verdad.

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