domingo, 17 de febrero de 2013

INSISTENCIA:

Es como martillar sobre el mismo clavo hasta convencernos que no se pueden casar mas las piezas que pretendemos unir a puro golpe duro y macizo; probablemente existe un momento en que la insistencia se convierte en necedad o en terquedad, pero probablemente es porque estamos convencidos de que la razón y la justicia está de nuestro lado; a menos que alguien nos demuestre fehacientemente que estamos equivocados.

A estas alturas del partido estoy plenamente convencido de que Guatemala necesita un cambio rotundo en el proceso educativo, no solo de la carrera de Magisterio, como se ha planteado, sino de todo el sistema educativo nacional; desde el nivel de Pre-Primaria hasta los famosos cursos de Pos-Grado o especializaciones universitarias; todo debe mejorar ostensiblemente y en este caso, todo es perfectible.

Veamos: Los maestros de Primaria se quejan de que los niños que les llegan del nivel inferior carecen de las habilidades que debieron enseñarles; los Profesores de Básico afirman que el “producto” que les entrega el Nivel Primario no tiene las bases necesarias para iniciar con buen pie, la educación que ellos deben impartir.

Por su parte, los Catedráticos del Diversificado denuncian que entre los muchachos que para inscribirse exhibieron su diploma de Básico, ni siquiera saben leer y escribir; hubo algunos de estos maestros que tuvieron que trabajar, por lo menos los primeros dos meses completos del ciclo lectivo para hacer algo al respecto.

Los graduados de alguna carrera del Nivel Medio que pasan a la Universidad, incluyendo la Nacional (y esto es decir mucho), tienen muchos problemas para desenvolverse porque, afirman los docentes universitarios, que su preparación es totalmente deficiente con algunas honrosas excepciones. No tienen “base educacional sólida” y ello se convierte en una muralla para que ellos a la vez, puedan ser profesionales universitarios con algún tipo de reconocimiento académico que los sitúe como tales.

Para decirlo con claridad: Existen alumnos dentro del sistema educativo nacional, independientemente de que provengan de establecimientos públicos o privados que, en el primer año del ciclo diversificado, todavía no saben ni leer ni escribir.

Es claro entonces que a partir de aquí, tenemos jóvenes que poseen diplomas o títulos de nivel medio que carecen de respaldo intelectual, práctico y ético; pero tal vez lo peor sea que del nivel superior se gradúan personas con títulos que les dan licencia para ejercer profesiones de las cuales no tienen mayor conocimiento y que, obviamente, ponen en riesgo la vida, la libertad, la seguridad de las personas y hasta la certeza jurídica y la soberanía del País. Son de verdad un riesgo para todo y para todos.

¿Cómo un padre de familia conscientemente, pondría en manos de un “maestro chapucero e inútil”, la formación educativa de su hijo? ¿De que manera vamos a permitir que un ser querido sea intervenido quirúrgicamente, con riesgo de su vida, en manos de un “cirujano chafa” que en vez de salvarlo, le cegará la vida? ¿Cómo confiar la defensa de un ser inocente en un “triste abogado güizache” que por su imbecilidad, hará que lo condenen?

Y no estamos inventando “el agua azucarada”: Todos los días nos enteramos de que casos como estos, son “el pan nuestro de cada día”.

Urge introducir cambios profundos en todo el sistema educativo del País.

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