lunes, 11 de febrero de 2013

RESISTENCIA

Los seres humanos somos entes de costumbres muy arraigadas y en la cotidianeidad somos incapaces de analizar si nuestras costumbres nos hacen bien o nos hacen mal; es mas, no podemos establecer plenamente, cuando trabajamos para los demás, si esas mismas costumbres pueden hacer bien o mal a quienes nos rodean o a quienes tenemos que servir.

Al interior de nuestro domicilio, precisamente por costumbre, colocamos muebles, pinturas, adornos, etc. y creemos que no hay otra manera de hacerlo porque consideramos que eso es el “non plus ultra”.

Cuando al director de la empresa o institución para la cual prestamos nuestros servicios, le llega la modernidad y se convence de que realizando ciertos cambios dentro del personal y a lo interno del plan operativo de su negocio para obtener mejores resultados e inicia la operación mediante la capacitación y adquisición de nuevas herramientas, muchos de nosotros, acostumbrados como estamos “a lo de siempre”, nos negamos a aceptar los cambios iniciando movimientos que impidan la modernidad en la institución o empresa, bloqueamos, chantajeamos, manifestamos, holgamos…lo que sea, con tal de no cambiar.

Si se trata de nuestra casa de habitación, cuando alguien de mejor gusto o experto en diseño o simplemente con sentido común es invitado aunque sea a una simple conversación y nos sugiere cambios que, conforme a su experiencia haría ver mejor y mas hermosa nuestra casa, a lo mejor ni le agradecemos la idea sino que somos capaces de convertirlo en enemigo, tan solo por el hecho de “meterse en lo que no le importa”.

Con esta especie de prólogo queremos hacer ver quizás el origen de tanto relajo y tanto escándalo porque las autoridades educativas del País pretenden, talvez no cambiar la carrera de magisterio, que consideramos totalmente obsoleta a estas alturas del partido, sino introducirle los primeros elementos distintos que, al paso de los meses, podría devenir en una mejor calidad para los docentes del futuro; esos primeros pasos que se están dando, perfectibles desde cualquier óptica que los vea, podrían llegar a lo que todos ambicionamos: Calidad total en el proceso de enseñanza-aprendizaje en todos los niveles.

El día de mañana, conforme vallamos aceptando los cambios que se necesitan con urgencia, podríamos pensar en estrictos exámenes vocacionales y de admisión (preparados y dirigidos por verdaderos expertos en la materia y no políticos) tanto en el nivel diversificado como para la universidad, de manera que, mas temprano que tarde, tengamos profesionales que disfruten con el trabajo que realizan.

Pero qué se debe hacer para otorgar plazas de docentes así mismo en todos los niveles: Un proceso de selección auténtica en donde solo tenga lugar la idoneidad, la capacidad, la vocación de servicio y el conocimiento profundo de la plaza que se solicita y que debe concluir con un exhaustivo procedimiento de oposición para asegurar la calidad del trabajo docente.

Y esto ¿Por qué? Porque la experiencia nos lanza por la cara, todos los días, que carecemos, en mas casos de los que deseáramos, que tenemos alumnos que están en los distintos niveles educativos por cualquier otra cosa menos para prepararse para el futuro y que contamos así mismo con personas a quienes les han otorgado plazas de docentes que, lo que menos hacen es tan siquiera el esfuerzo supremo de enseñar. Permanentemente, están de vacaciones o se han constituido en agitadores profesionales.

Y esto señores, debe cambiarse y desde hace tiempo (aunque parezca una perogrullada), es urgente.

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