OBRAS EN PROCESO
A nivel nacional, como en la mayoría de gobiernos, se programan y algunas veces se realizan, obras, principalmente de infraestructura, que llevan beneficio a las distintas comunidades del País. Generalmente hablamos de carreteras, puentes, escuelas, centros de salud, estadios para fútbol, gimnasios, salones de usos múltiples, polideportivos y otros.
El beneficio inicial es la
contratación de la mano de obra local; es la oportunidad de personas para
ganarse el sustento diario que tanta falta hace.
Desafortunadamente las obras no son
permanentes y tampoco el impacto laboral es para mucho tiempo: Terminada la
obra se acabó el trabajo y quienes tuvieron la oportunidad de que los contrataran
se quedan nuevamente de “brazos cruzados”, esperando una nueva inversión
oficial.
Este es un círculo vicioso que se
viene repitiendo por décadas y quizás, ante una visión bastante limitada del
presente y del futuro, nacen las “obras sociales” por medio de las cuales se
reparte dinero, alimentos, láminas y otras cosas cuyo costo es demasiado
elevado para el mismo pueblo que paga impuestos, pero mucho más costoso, en
términos reales, para la calidad de vida de los guatemaltecos que debiera ser
la máxima preocupación de los gobernantes.
Ya Confusio apuntó siglos atrás que
“no hay que regalar pescado, sino enseñar a pescar” (palabras menos, palabras
más); me apunto como seguidor de la idea que encierra esta expresión porque no
podemos dedicarnos, unos a pedir y recibir limosnas y los otros a entregarlas
sin ton ni son; ambas actitudes son denigrantes.
Yo, limosnero recibo y me echo a
dormir todo el día; yo, marido de la madre de familia a la que le dan su remesa
familiar por cuestiones de la prole que cumple con lo que le asignan, y
tranquilamente “me chupo” la plata que le dan a mi mujer. Eso, perdonen, ha
ocurrido sempiternamente y seguirá ocurriendo y jamás saldremos de la pobreza;
todo lo contrario, pasaremos de indigentes a limosneros y viceversa; la
miseria, a ese ritmo, no nos abandonará jamás.
Como “lo que no te cuesta que se
haga fiesta”, los sucesivos gobiernos seguirán tirando el pisto a manos llenas
y seguiremos de “mal en peor”.
¿No existirá un “experto” en
Guatemala (a quien le hagan caso) que pueda implementar planes de acción en el
sentido de que se implementen fusiones público-privadas que se dediquen a la
creación de fuentes de trabajo en todo el País; industrias y empresas
productivas que, además de la propia obra gubernamental y municipal, nos lance
a la consecución de una Guatemala libre y productiva?
¿Acaso no hay en nuestro País
líderes positivos que, en lugar de entorpecer el desarrollo de Guatemala,
convenzan a sus “seguidores” que la única manera de salir de la pobreza y hacer
desarrollar nuestra patria, es la explotación adecuada y solidaria de nuestros
recursos?
No podemos menos que felicitar a
los Alcaldes Municipales que, como el de Huehuetenango, don Augusto Gómez Sosa,
implementan e impulsan muchas obras para beneficio de su pueblo, porque no solo
se desarrollan los municipios, sino algunos de sus habitantes cuentan con
trabajo que, por lo menos por un tiempo, dará de comer, sin las penas
habituales, a toda la familia.
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