EL RINCÓN DE EDWIN: El poder de la sociedad.
“…
nada nos impide, si lo deseamos, edificar una sociedad basada esencialmente en
la cooperación voluntaria para organizar tanto la actividad económica como las
demás actividades; una sociedad que preserve y estimule la libertad humana, que
sepa mantener el lugar del Estado, y convertirlo en nuestro servidor y no en
nuestro amo”.
Milton
Friedman.[1]
I.
Fenómenos
admirables en la naturaleza
Los
seres humanos muchas veces no somos conscientes de tan grandes cosas existentes
en el universo, dado que diversos fenómenos conservan un carácter normal o aparentemente inmutable. Baste
reflexionar solamente acerca de que no es usual el ponernos a observar
la maravilla de las estrellas y de la variedad de sus colores y la matemática
de sus destellos.
Tales fenómenos
nos han acompañado a lo largo de la vida, desde antes que tuviésemos uso de razón,
donde, de no ser por alguna anormalidad
perceptible ante nuestros limitados sentidos, a muchos, jamás nos habría
llamaría la atención. Pero ello no
implica que en esos ámbitos no exista una actividad vigorosa, con sucesos extraordinarios
que aún con nuestra avanzada ciencia, son explicados con ciertas restricciones.
El hecho de que nosotros ignoremos algunas cosas, no implica que no existan.
De
similares características se reviste el poder de la interacción de los seres
humanos en sociedad, actuando a través del intercambio para poder obtener
beneficios y facilitarse la vida, para hacer más llevadera la carga derivada de
la figurada maldición antigua de "ganarás
el pan con el sudor de tu frente", aplicando en todo lo posible, lo
atinente a la propia naturaleza humana, de conseguir mejorar su estado de
insatisfacción invirtiendo el mínimo sacrificio posible.
II.
El
intercambio en la sociedad
Es
fantástico observar detenidamente cómo los seres humanos interactúan en la
sociedad, intercambiando sus bienes y servicios, entregando aquello que valoran
menos en ese momento, a cambio de recibir aquello que en dicho instante valoran
más; de allí que no resulte extraño el caso donde las personas intercambien
vestuarios a cambio de joyas o leer adosados en los vehículos, rótulos que
digan “VENDO O CAMBIO POR TERRENO”. Las
conclusiones al respecto, son evidentes.
En el
caso anterior, el dueño del vehículo está expresando el valor de su objeto en
términos de terreno o dicho a la inversa, está expresando el valor de un
terreno en términos de vehículo o lo que en otras palabras se diría, es el
precio de dichos bienes. Pero acá se presenta una dificultad, dado que al
momento de compararse dichos bienes, una vez aparezca un posible interesado en
el vehículo, resulte que el terreno ofertado resulte que exceda en valoración
para ambos y no sea posible fraccionarlo, o que por el contrario, el valor del
vehículo exceda al valor del terreno, pero que por su carácter indivisible haga
imposible el intercambio.
Tales
dificultades, los seres humanos las han sorteado, introduciendo un elemento
adicional para facilitar el intercambio, un bien intermedio, el dinero. De tal manera que dicho bien, se utiliza para
expresar en forma cuantitativa la valoración. A dicha expresión se le conoce como el precio
en dinero de los bienes y servicios.
Es muy
natural también, otra característica presente en los seres humanos, los cuales aprecian
menos aquellos bienes y servicios abundantes y aprecian más los que son menos
abundantes o escasos; de allí que se aprecia mucho la sabiduría contenida en los
adagios populares, “la abundancia mata la
gana”, “la escasez levanta el precio”
y “nadie sabe lo que tiene hasta que lo
ve perdido”.
III.
Precios como
transmisores de información
De allí
que los precios cumplan una función muy importante en la sociedad, informar
acerca de la abundancia o escasez de bienes y servicios o el aumento o
disminución de la necesidad que los seres humanos tengan de un bien o servicio.
Ello
nos lleva a comprender las razones por las cuales los mangos (frutas
tropicales), bajan de precio durante el mes de marzo, mientras que su precio
sube durante el mes de octubre, dado que ni para remedio se encuentra uno,
salvo raras especies. Por ello, es comprensible también que muchos restaurantes
incluyan en sus cartas cócteles de “frutas
de la temporada”, ya que en paraísos
agrícolas como el de Guatemala, abundan las frutas, pero no las mismas a lo
largo del año; abundan los melocotones, ciruelas, manzanas y otros deciduos
durante las Fiestas Julias huehuetecas, pero escasean para las festividades de
la Virgen de Concepción en diciembre, por lo que su precio sube.
IV.
Precios como
incentivo
Ello
nos lleva también a apreciar la maravilla de otra función con la cual cumplen
los precios en los conglomerados humanos, servir de incentivo para producir o
poner a disposición de las personas algún bien o servicio. Los precios fungen
de la misma manera que las migas de pan para las hormigas o la carne putrefacta
para los zopilotes; atraen.
Por
ello es que, ante la subida de precios, algunas personas se ven atraídas a
producir o traer de otras partes donde abunda algo y que por lo tanto se valora
menos y por ende, tiene menor precio, para venderse a más altos precios allí
donde se valora más y con ello quedarse con el diferencial existente entre lo que costó y lo que se
obtuvo por la venta, a lo cual se identifica comúnmente como ganancias, que
constituirán la fuente para comprar el pan que llevarán a su mesa y la de su
familia; una vez más, se habrá obtenido el “pan
de cada día”.
Por
ello, vemos en Huehuetenango que desde las fiestas de Concepción, hasta el “Dia
de Reyes”, se comercializa uvas, manzanas y melocotones que se traen desde las
lejanas tierras de California, dado que durante la época, escasean en nuestro
país de la “eterna primavera”, pero son productos altamente valorados por las
personas, para acompañar los tamales, preparar los ponches o como boquitas para
acompañar el guaro de los brindis y degustar de los convivios. En tal caso, la escasez de estas delicias y
el incremento de la necesidad de la gente se coluden para elevar el precio y
estimular la acción de los importadores.
Sutil,
pacífica y callada forma de las personas para conseguir lo que quieren, que no
difiere mucho de las sutiles artimañas de las damiselas para hacer caer en sus
redes a imberbes mozos.
V.
Precios como
desincentivo
Los
precios fungen como un medio de desincentivar la producción de un bien o
servicio. Cuando los precios son bajos, deberá entenderse que la valoración del
mismo ha bajado o que es muy abundante, tal el caso durante recientes décadas
en el municipio de Aguacatán, Huehuetenango.
Los productores, por generaciones, buenos productores de ajo que se
exportaba a los más diversos países, por ocurrencias de agencias
gubernamentales internacionales, modificaron las variedades de cultivo, que las
personas de otros países ya no apreciaron de la misma manera, por lo que su
precio bajó, incurriendo los agricultores en pérdidas cuantiosas.
De la
misma manera ha sucedido, cuando hay abundancia en la producción de café. Los precios disminuyen dramáticamente, lo
cual debe entender el cafetalero como la indicación que hay demasiado producto
y que no se necesita tanto. Por ello,
constituye un gran reto para el productor, el tratar de “adivinar” cuál es la
cantidad y con qué calidad, va a querer la gente dicho grano, para así poder ganar el sustento diario y
evitar perder.
VI.
Precios como
mecanismo de distribución de la renta
Se
requiere por tanto, de una capacidad muy especial, ya que podría afirmarse que
es más fácil conquistar a una doncella de corazón inescrutable, que poder
obtener cuantiosas ganancias en forma libre, pacífica y voluntaria en la
sociedad. Por ello es que, solamente
aquellos que son más capaces para adivinar lo que van a necesitar las personas,
en cantidad, calidad y precio, son los que se quedan con los mayores
beneficios. De allí otra función
fundamental de los precios, dar a cada quien lo que le corresponde, de acuerdo
con sus méritos; riqueza a quienes mejor sirven y pobrezas a aquellos cuyo
aporte al bienestar de la gente es modestísimo.
VII.
Surgimiento
del Estado
Debe
resaltarse del párrafo anterior, los prerrequisitos para que los procesos de
intercambio sean beneficiosos en los conglomerados humanos: ser libres,
pacíficos y voluntarios. Pero a veces
surgen algunos que no están dispuestos a aportar beneficios a las comunidades,
sino que pretenden disfrutar sin aportar, quitando a otros lo que han ganado
justamente, lo cual lleva a dolorosos enfrentamientos, donde muchas veces,
puede derivar hasta en pérdida de la vida.
Lo
anterior ha llevado a las comunidades humanas, a crear instancias para que sea
garantizado el derecho de las personas a conservar su vida, a disfrutar de los
beneficios de lo que justamente se ha ganado y a que se respeten los acuerdos
establecidos entre sí durante los procesos de intercambio, lo cual ha llevado a
la creación de la institución del Estado y, a emplear a algunos propensos al
disfrute de placeres sin aportar mayor cosa a la sociedad, para encargarse de
dichas tareas, asignándoles ocupaciones para evitar acciones coactivas entre
personas y administrar justicia.
VIII. Límites a la función del Estado
Tales funciones,
debido al carácter especial de los seres humanos que inclinan su predilección
por las mismas, pródigas en vicios como la calumnia, la intriga y en su caso
extremo, el asesinato, coludidos en incontables veces con aquellos que se
constituyen en una amenaza contra el libre, pacífico y voluntario intercambio,
deben ser limitadas a aquél ámbito, que no debe ubicarse más allá, del mal
necesario que de por sí, ya constituye.
Naturalmente,
aquellos quienes alcancen el privilegio de servirse de la sociedad, al amparo
de la institución del Estado, ansiarán siempre abarcar la mayor cantidad de
aspectos de la vida de las personas, pretextando fallos sociales que ameritan
ser corregidos, por lo que aducen que su presencia es necesaria en la salud, la
educación, la producción, la alimentación, pretendiendo invadir hasta la cultura y sexualidad de la gente, para lo
cual esgrimen los más ingeniosos argumentos y construyen los más diversos
mecanismos, entorpeciendo las libres fuerzas naturales de la sociedad y
limitándola o en el peor de los casos, privándola de los beneficios del libre,
espontáneo, voluntario y pacífico proceso de intercambio.
Se dice
que la lucha entre el bien y el mal es anterior a la creación del universo y
que los seres humanos se han constituido en el centro estratégico para dichas
fuerzas en pugna, por lo que no es de extrañar que se asocie a ambos extremos,
la acción libre, espontánea, voluntaria y pacífica de la sociedad; por un lado,
asociada a el “ganarás el pan con el
sudor de tu frente”; mientras que por el otro aparece la acción coactiva,
deliberada, friccional y con soluciones controversiales de la acción estatal,
asociada a el “ganarás el pan con el
sudor de la gente”, centro de debates y enfrentamiento ideológico entre
quienes desean arrebatar de forma sutil o descarada, de su propiedad a aquellos
que la han obtenido con base en la contraprestación de bienes o servicios a la
sociedad y la resistencia de éstos últimos, a ser expoliados.
IX.
Escasez
artificialmente creada
Uno de
los elementos más comunes que caracterizan a quienes se amparan bajo la sombra
estatal, reside en la creación de escaseces artificiales de bienes y servicios
con alta necesidad, a fin de lograr cuantiosas ganancias a través de
corporaciones privilegiadas, imponiendo barreras a la libre movilización de bienes,
servicios y seres humanos, pretextando razones de soberanía o interés nacional.
Tales
ganancias derivadas del privilegio las obtienen dichas personas, a costa de la
privación de la gente a beneficiarse de las bondades derivadas de la abundancia
de bienes y servicios en otras partes del mundo; evitando que sus compatriotas
puedan disfrutar de la riqueza que pueden aportar a las comunidades, personas
de otras partes del planeta, cerrando las puertas a sus conciudadanos a la
comunión y al amor, componentes trascendentales para la existencia y
sobrevivencia de la especie humana.
X.
Apertura al
poder de la sociedad
Sugerible
es la revisión del discurso de la libertad, pronunciado por el fundador de la
Universidad de Occidente, Doctor Angel Roncero Marcos, donde es resaltable lo
siguiente:
“Pidamos a Dios que
pronto llegue el día en que el Gobierno de la República anuncie al mundo entero
el siguiente comunicado: Guatemala declara unilateralmente, al menos por su
parte, comercio libre con todas las naciones de la tierra e igualmente, libre
entrada y salida de su territorio para todos los habitantes del planeta. Esto
sí que sería la verdadera aldea global y no sólo en publicidad”[2].
Solamente,
permitiendo que las fuerzas del poder de la sociedad fluyan en forma libre,
pacífica y voluntaria, los seres humanos pueden disfrutar de mayor cantidad de
bienes y servicios, prosperar y mejorar su constante situación de
insatisfacciones e inconformidades, en este mundo, donde todos los recursos son
muy limitados para la insaciabilidad de la gente.
Edwin Rocael Cardona Ambrosio
Huehuetenango, septiembre de 2012
Publicado el 16 de junio de 2014
[1] .
Friedman,
Milton y Rose D. Friedman. Libertad de Elegir. 2a. Edición. Editorial Fundación FAES
S. L. U. Madrid, octubre 2008.
[2] , Roncero Marcos, Angel. Discurso de la
Libertad. Consultado el 6 de septiembre de 2012 de: http://edwinrocaelcardona.blogspot.com/2011/12/fundador-y-mentor-de-la-universidad-de.html
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