domingo, 22 de junio de 2014

EL RINCÓN DE EDWIN: El poder de la sociedad.


“… nada nos impide, si lo deseamos, edificar una sociedad basada esencialmente en la cooperación voluntaria para organizar tanto la actividad económica como las demás actividades; una sociedad que preserve y estimule la libertad humana, que sepa mantener el lugar del Estado, y convertirlo en nuestro servidor y no en nuestro amo”.
Milton Friedman.[1]

I.            Fenómenos admirables en la naturaleza


Los seres humanos muchas veces no somos conscientes de tan grandes cosas existentes en el universo, dado que diversos fenómenos conservan un carácter  normal o aparentemente inmutable.  Baste  reflexionar solamente acerca de que no es usual el ponernos a observar la maravilla de las estrellas y de la variedad de sus colores y la matemática de sus destellos.

Tales fenómenos nos han acompañado a lo largo de la vida, desde antes que tuviésemos uso de razón, donde, de no ser por alguna anormalidad  perceptible ante nuestros limitados sentidos, a muchos, jamás nos habría llamaría la atención.  Pero ello no implica que en esos ámbitos no exista una actividad vigorosa, con sucesos extraordinarios que aún con nuestra avanzada ciencia, son explicados con ciertas restricciones. El hecho de que nosotros ignoremos algunas cosas, no implica que no existan.

De similares características se reviste el poder de la interacción de los seres humanos en sociedad, actuando a través del intercambio para poder obtener beneficios y facilitarse la vida, para hacer más llevadera la carga derivada de la figurada maldición antigua de "ganarás el pan con el sudor de tu frente", aplicando en todo lo posible, lo atinente a la propia naturaleza humana, de conseguir mejorar su estado de insatisfacción invirtiendo el mínimo sacrificio posible.

II.         El intercambio en la sociedad


Es fantástico observar detenidamente cómo los seres humanos interactúan en la sociedad, intercambiando sus bienes y servicios, entregando aquello que valoran menos en ese momento, a cambio de recibir aquello que en dicho instante valoran más; de allí que no resulte extraño el caso donde las personas intercambien vestuarios a cambio de joyas o leer adosados en los vehículos, rótulos que digan “VENDO O CAMBIO POR TERRENO”.  Las conclusiones al respecto, son evidentes.

En el caso anterior, el dueño del vehículo está expresando el valor de su objeto en términos de terreno o dicho a la inversa, está expresando el valor de un terreno en términos de vehículo o lo que en otras palabras se diría, es el precio de dichos bienes. Pero acá se presenta una dificultad, dado que al momento de compararse dichos bienes, una vez aparezca un posible interesado en el vehículo, resulte que el terreno ofertado resulte que exceda en valoración para ambos y no sea posible fraccionarlo, o que por el contrario, el valor del vehículo exceda al valor del terreno, pero que por su carácter indivisible haga imposible el intercambio.

Tales dificultades, los seres humanos las han sorteado, introduciendo un elemento adicional para facilitar el intercambio, un bien intermedio, el dinero.  De tal manera que dicho bien, se utiliza para expresar en forma cuantitativa la valoración.  A dicha expresión se le conoce como el precio en dinero de los bienes y servicios.

Es muy natural también, otra característica presente en los seres humanos, los cuales aprecian menos aquellos bienes y servicios abundantes y aprecian más los que son menos abundantes o escasos; de allí que se aprecia mucho la sabiduría contenida en los adagios populares, “la abundancia mata la gana”, “la escasez levanta el precio” y “nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido”.

III.      Precios como transmisores de información


De allí que los precios cumplan una función muy importante en la sociedad, informar acerca de la abundancia o escasez de bienes y servicios o el aumento o disminución de la necesidad que los seres humanos tengan de un bien o servicio.

Ello nos lleva a comprender las razones por las cuales los mangos (frutas tropicales), bajan de precio durante el mes de marzo, mientras que su precio sube durante el mes de octubre, dado que ni para remedio se encuentra uno, salvo raras especies. Por ello, es comprensible también que muchos restaurantes incluyan en sus cartas cócteles de “frutas de la temporada”,  ya que en paraísos agrícolas como el de Guatemala, abundan las frutas, pero no las mismas a lo largo del año; abundan los melocotones, ciruelas, manzanas y otros deciduos durante las Fiestas Julias huehuetecas, pero escasean para las festividades de la Virgen de Concepción en diciembre, por lo que su precio sube.

IV.       Precios como incentivo

Ello nos lleva también a apreciar la maravilla de otra función con la cual cumplen los precios en los conglomerados humanos, servir de incentivo para producir o poner a disposición de las personas algún bien o servicio. Los precios fungen de la misma manera que las migas de pan para las hormigas o la carne putrefacta para los zopilotes; atraen. 

Por ello es que, ante la subida de precios, algunas personas se ven atraídas a producir o traer de otras partes donde abunda algo y que por lo tanto se valora menos y por ende, tiene menor precio, para venderse a más altos precios allí donde se valora más y con ello quedarse con el diferencial  existente entre lo que costó y lo que se obtuvo por la venta, a lo cual se identifica comúnmente como ganancias, que constituirán la fuente para comprar el pan que llevarán a su mesa y la de su familia; una vez más, se habrá obtenido el “pan de cada día”. 

Por ello, vemos en Huehuetenango que desde las fiestas de Concepción, hasta el “Dia de Reyes”, se comercializa uvas, manzanas y melocotones que se traen desde las lejanas tierras de California, dado que durante la época, escasean en nuestro país de la “eterna primavera”, pero son productos altamente valorados por las personas, para acompañar los tamales, preparar los ponches o como boquitas para acompañar el guaro de los brindis y degustar de los convivios.  En tal caso, la escasez de estas delicias y el incremento de la necesidad de la gente se coluden para elevar el precio y estimular la acción de los importadores. 

Sutil, pacífica y callada forma de las personas para conseguir lo que quieren, que no difiere mucho de las sutiles artimañas de las damiselas para hacer caer en sus redes a imberbes mozos.

V.          Precios como desincentivo


Los precios fungen como un medio de desincentivar la producción de un bien o servicio. Cuando los precios son bajos, deberá entenderse que la valoración del mismo ha bajado o que es muy abundante, tal el caso durante recientes décadas en el municipio de Aguacatán, Huehuetenango.  Los productores, por generaciones, buenos productores de ajo que se exportaba a los más diversos países, por ocurrencias de agencias gubernamentales internacionales, modificaron las variedades de cultivo, que las personas de otros países ya no apreciaron de la misma manera, por lo que su precio bajó, incurriendo los agricultores en pérdidas cuantiosas.

De la misma manera ha sucedido, cuando hay abundancia en la producción de café.  Los precios disminuyen dramáticamente, lo cual debe entender el cafetalero como la indicación que hay demasiado producto y que no se necesita tanto.  Por ello, constituye un gran reto para el productor, el tratar de “adivinar” cuál es la cantidad y con qué calidad, va a querer la gente dicho grano,  para así poder ganar el sustento diario y evitar perder.



VI.       Precios como mecanismo de distribución de la renta


Se requiere por tanto, de una capacidad muy especial, ya que podría afirmarse que es más fácil conquistar a una doncella de corazón inescrutable, que poder obtener cuantiosas ganancias en forma libre, pacífica y voluntaria en la sociedad.  Por ello es que, solamente aquellos que son más capaces para adivinar lo que van a necesitar las personas, en cantidad, calidad y precio, son los que se quedan con los mayores beneficios.  De allí otra función fundamental de los precios, dar a cada quien lo que le corresponde, de acuerdo con sus méritos; riqueza a quienes mejor sirven y pobrezas a aquellos cuyo aporte al bienestar de la gente es modestísimo.

VII.    Surgimiento del Estado


Debe resaltarse del párrafo anterior, los prerrequisitos para que los procesos de intercambio sean beneficiosos en los conglomerados humanos: ser libres, pacíficos y voluntarios.  Pero a veces surgen algunos que no están dispuestos a aportar beneficios a las comunidades, sino que pretenden disfrutar sin aportar, quitando a otros lo que han ganado justamente, lo cual lleva a dolorosos enfrentamientos, donde muchas veces, puede derivar hasta en pérdida de la vida.

Lo anterior ha llevado a las comunidades humanas, a crear instancias para que sea garantizado el derecho de las personas a conservar su vida, a disfrutar de los beneficios de lo que justamente se ha ganado y a que se respeten los acuerdos establecidos entre sí durante los procesos de intercambio, lo cual ha llevado a la creación de la institución del Estado y, a emplear a algunos propensos al disfrute de placeres sin aportar mayor cosa a la sociedad, para encargarse de dichas tareas, asignándoles ocupaciones para evitar acciones coactivas entre personas y administrar justicia. 

VIII.  Límites a la función del Estado


Tales funciones, debido al carácter especial de los seres humanos que inclinan su predilección por las mismas, pródigas en vicios como la calumnia, la intriga y en su caso extremo, el asesinato, coludidos en incontables veces con aquellos que se constituyen en una amenaza contra el libre, pacífico y voluntario intercambio, deben ser limitadas a aquél ámbito, que no debe ubicarse más allá, del mal necesario que de por sí, ya constituye.

Naturalmente, aquellos quienes alcancen el privilegio de servirse de la sociedad, al amparo de la institución del Estado, ansiarán siempre abarcar la mayor cantidad de aspectos de la vida de las personas, pretextando fallos sociales que ameritan ser corregidos, por lo que aducen que su presencia es necesaria en la salud, la educación, la producción, la alimentación, pretendiendo invadir hasta  la cultura y sexualidad de la gente, para lo cual esgrimen los más ingeniosos argumentos y construyen los más diversos mecanismos, entorpeciendo las libres fuerzas naturales de la sociedad y limitándola o en el peor de los casos, privándola de los beneficios del libre, espontáneo, voluntario y pacífico proceso de intercambio.

Se dice que la lucha entre el bien y el mal es anterior a la creación del universo y que los seres humanos se han constituido en el centro estratégico para dichas fuerzas en pugna, por lo que no es de extrañar que se asocie a ambos extremos, la acción libre, espontánea, voluntaria y pacífica de la sociedad; por un lado, asociada a el “ganarás el pan con el sudor de tu frente”; mientras que por el otro aparece la acción coactiva, deliberada, friccional y con soluciones controversiales de la acción estatal, asociada a el “ganarás el pan con el sudor de la gente”, centro de debates y enfrentamiento ideológico entre quienes desean arrebatar de forma sutil o descarada, de su propiedad a aquellos que la han obtenido con base en la contraprestación de bienes o servicios a la sociedad y la resistencia de éstos últimos, a ser expoliados.

IX.       Escasez artificialmente creada

Uno de los elementos más comunes que caracterizan a quienes se amparan bajo la sombra estatal, reside en la creación de escaseces artificiales de bienes y servicios con alta necesidad, a fin de lograr cuantiosas ganancias a través de corporaciones privilegiadas, imponiendo barreras a la libre movilización de bienes, servicios y seres humanos, pretextando razones de soberanía o interés nacional.

Tales ganancias derivadas del privilegio las obtienen dichas personas, a costa de la privación de la gente a beneficiarse de las bondades derivadas de la abundancia de bienes y servicios en otras partes del mundo; evitando que sus compatriotas puedan disfrutar de la riqueza que pueden aportar a las comunidades, personas de otras partes del planeta, cerrando las puertas a sus conciudadanos a la comunión y al amor, componentes trascendentales para la existencia y sobrevivencia de la especie humana.

X.          Apertura al poder de la sociedad


Sugerible es la revisión del discurso de la libertad, pronunciado por el fundador de la Universidad de Occidente, Doctor Angel Roncero Marcos, donde es resaltable lo siguiente:

Pidamos a Dios que pronto llegue el día en que el Gobierno de la República anuncie al mundo entero el siguiente comunicado: Guatemala declara unilateralmente, al menos por su parte, comercio libre con todas las naciones de la tierra e igualmente, libre entrada y salida de su territorio para todos los habitantes del planeta. Esto sí que sería la verdadera aldea global y no sólo en publicidad[2].

Solamente, permitiendo que las fuerzas del poder de la sociedad fluyan en forma libre, pacífica y voluntaria, los seres humanos pueden disfrutar de mayor cantidad de bienes y servicios, prosperar y mejorar su constante situación de insatisfacciones e inconformidades, en este mundo, donde todos los recursos son muy limitados para la insaciabilidad de la gente.

Edwin Rocael Cardona Ambrosio
Huehuetenango, septiembre de 2012
Publicado el 16 de junio de 2014




[1] . Friedman, Milton y Rose D. Friedman. Libertad de Elegir. 2a. Edición. Editorial Fundación FAES S. L. U. Madrid, octubre 2008.
[2] ,    Roncero Marcos, Angel. Discurso de la Libertad. Consultado el 6 de septiembre de 2012 de: http://edwinrocaelcardona.blogspot.com/2011/12/fundador-y-mentor-de-la-universidad-de.html

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