ALTA TENSIÓN
Desde el año anterior los habitantes de la ciudad de Huehuetenango estamos viviendo en un estado emocional que cualquiera podría afirmar, sin temor a equivocarse, que vivimos con los “pelos de punta”. Ello se ha reflejado en los acontecimientos que se han sucedido desde entonces y que colocan a los habitantes de este sector del País, como los mas agresivos y, hasta cierto punto, “salvajes”, de todo el territorio nacional.
En menos tiempo del que cualquier podría imaginarse hemos “linchado” por lo menos a seis personas y han muerto violentamente muchos ciudadanos, la mayoría de ellos por los medios expeditos utilizados en el viejo oeste norteamericano: Heridas producidas por proyectiles de armas de fuego. Dentro de los asesinados por linchamiento u otros, seguramente han fallecido personas inocentes que no merecían la muerte bestial y salvaje que les hemos dado.
Y aquí en Guatemala como que las instancias encargadas de las investigaciones exhaustivas de ese tipo de crímenes, han encontrado la solución perfecta para no meter las manos en donde, a lo mejor no les conviene ir demasiado lejos de lo que ellos creen que pueden y deben llegar; esa “solución” para no involucrarse mas allá de la cuenta y no hacer demasiado trabajo al respecto, es afirmar que ha sido un asesinato cometido por el crimen organizado o que tal o cual comunidad hizo justicia por propia mano; de esta manera “tapan la marimba” y no hacen nada mas, talvez porque nadie se los exige o porque la impunidad se ha enseñoreado de todo el sistema judicial de Guatemala, incluyendo el Ministerio Público y la Policía Nacional Civil.
Los operadores de justicia probablemente sufren presiones que provienen de sectores perfectamente conocidos; a los operadores de justicia les pegan, les pagan, los amenazan o los matan; exactamente lo mismo que les ocurre a periodistas que tocan ciertas cuerdas muy sensitivas de los corruptos, mafiosos y criminales que deambulan por doquier. Pero estos o aquellos han aceptado trabajar en dichos espacios por vocación o por el dinero que devengan; si es por vocación y son personas honorables no le venderán su alma al diablo aunque en ello les vaya la vida y la seguridad de su familia y naturalmente la de ellos mismos; si es por el dinero que devengan, recibirán lo que les ofrezcan o se venderán al mejor postor pensando que “la vergüenza pasa... pero el pisto se queda en casa”.
Lo cierto es que, como están las cosas actualmente, difícilmente vamos a lograr investigaciones profesionales y profundas que saquen la verdad a la luz pública por lo que, particularmente, debemos actuar según nos lo dicte nuestra conciencia.
Pero no podemos olvidar, aún en medio de este “mare-magnum”, que la paranoia que vivimos tiene el mismo origen: La desastrosa conducción de los asuntos del municipio desde principios del año 2,008 que nos tiene sumidos en la peor crisis de la historia de Huehuetenango. Crisis que sobrepasó los límites permisibles a cualquier sociedad y nos ha colocado a las puertas del infierno.
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