DETERIORO DE LA SALUD

No pretendemos sino trasladar los acontecimientos tal y como se van presentando aquí en Huehuetenango; no queremos, de ninguna manera, pecar de fatalistas, alarmistas, amarillistas o algo que se le parezca; simplemente decir la verdad.
Y la verdad es que, tanto en cuestiones de seguridad como de la prevención de la salud, las “autoridades” que tenemos han fallado en el desempeño de sus obligaciones perfectamente marcadas por la ley.
Siempre hemos afirmado que una de nuestras aspiraciones ha sido escribir o decir en los medios de comunicación en los que podemos hacerlo, que nos sentimos orgullosos de nuestras autoridades; lamentablemente me parece que me voy a despedir de este “valle de lágrimas” sin haber satisfecho tan legítima aspiración; tan mal vemos las cosas.
Antes de escribir esta columna, han matado a otro joven trabajador de la mecánica de motos a quien, supuestamente los criminales, dispararon porque el no obedeció el “alto” que le marcaron muy cerca de las instalaciones del Colegio De La Salle como a las ocho y media de la noche; siguió su marcha no obstante los balazos que le acertaron, cayendo agonizante metros después del punto de la agresión; murió después de que una institución de auxilio se lo llevó al Hospital Nacional.
Este crimen se suma a los muchos que se han cometido recientemente, todos impunes, y que son mero indicativo de que estamos viviendo en un pueblo sin ley, totalmente anárquico, en el que todos estamos haciendo lo que nos viene en gana.
Por el lado de la enorme contaminación generada por los volcanes de basura entre los que estamos viviendo, sin medidas ni acciones adecuadas por parte de las autoridades, los centros de asistencia pública y privada han visto dispararse los casos de rotavirus, fiebre tifoidea y otras enfermedades perniciosas provocadas por la total falta de prevención.
No atacamos la raíz, tal como debimos hacerlo y ahora nos toca enfrentar casos concretos y muy numerosos que nos hacen pensar, tal cual lo advertimos, que estamos a las puertas de una epidemia. Obviamente ahora tendremos que dejar por un lado las excusas y tendremos que responder con toda la responsabilidad y la seriedad que nos ha faltado, para que la situación no siga degenerando y de pronto se nos convierta en algo inusual e incontrolable.
Si no pueden, el pueblo demandará su dimisión irrevocable.