DE INGRATITUDES

Cuando las autoridades del Ministerio de Salud que tienen jurisdicción en el Departamento de Huehuetenango tomaron la decisión de “recomendar” que se suspendieran las Fiestas Julias, fiestas departamentales por Acuerdo Gubernamental, las Fiestas de Santa Ana del municipio de Malacatancito, la “fiesta del membrillo” de la comunidad de San Lorenzo, las fiestas de La Villa de Chiantla en el mes de Septiembre y no se cuantas mas, y esta recomendación, tal como era de esperarse, fue avalada por el Gobernador Departamental, se dispararon muchas flechas de angustia y de alarma entre la población trabajadora y productiva de Huehuetenango y personas dedicadas al comercio en muchos kilómetros a la redonda:
Y me parece que hicimos alusión aquí que de inmediato quedaban conformados dos bandos perfectamente establecidos (como siempre), unos a favor y otros en contra de la “recomendación”; unos, los primeros, creyendo que con esta determinación se protegería a quienes pudieran ser contagiados con la enfermedad que se pretendía neutralizar, la influenza A(H1N1); otros, alegando que las fiestas podrían aportar una connotación educativa y preventiva precisamente para evitar la contaminación y el contagio. Pero como siempre, optamos por lo mas fácil; suspender las actividades que pudieran no ser nocivas para la salud pero que sí podrían estimular la maltrecha economía ciudadana haciendo trabajar un poco mas al sector del Ministerio de Salud que, obviamente, aportaría mayores esfuerzos en beneficio de la población.
Aceptar este tipo de decisiones comodonas nos deja muy mal parados; cualquier actividad multitudinaria muy positiva tendríamos que suspenderla en aras de evitar contagio sanitario para quienes participen en ella; eso sí, no se prohíbe suspender alguna actividad religiosa aunque esta congregue a miles de personas porque estos, seguramente, estarán protegidos por la “Mano de Dios”. Dice un conocido refrán popular, sabio como el que mas: “O todos hijos, o todos entenados”. O acaso en la última actividad religiosa multitudinaria en el Estadio Los Cuchumatanes no cabía ninguna recomendación prohibitiva de la Jefatura de Área de Salud. ¿Qué onda? Como dicen los “chavales”.
Suspendamos entonces solo las “fiestas paganas” y démosle viaje a todas aquellas con connotaciones religiosas de índole diversa...Así pues, señores sacerdotes y ministros religiosos, a “darle vuelo a la hilacha” que ustedes sí tienen permiso para organizar lo que les venga en gana; sus actividades estarán muy bien protegidas y no habrá riesgo de ningún contagio patológico. Las otras, las mundanas, las comerciales, esas en donde la gente se gana sus centavos, esas no tienen autorización.
Así trabaja la famosa “democracia” nuestra en donde las ocurrencias de determinados funcionarios se convierten en decisiones improvisadas y carentes de estudios técnicos, pero que lanzan como acuerdos tomados por “funcionarios” que les siguen la corriente y que desgraciadamente, por ser simples ocurrencias, lo único que hace es dañar aún más, la economía local que va en caída libre y que cada día nos resta posibilidades de tan siquiera disfrutar de los tres tiempos de comida.
Yo me pregunto: Si tanto nos gusta imitar lo que se hace en otros países ¿Por qué no investigaron si en los países europeos se están suspendiendo eventos multitudinarios? Allá, en donde se supone que hay docenas de muertos por la enfermedad ¿Será que suspendieron las fiestas patronales?
En España, por ejemplo, la famosa Fiesta de San Fermín, ha estado mas concurrida que nunca...Sinceramente estoy ahora mas convencido que antaño, que “no damos una” aquí en esta dolorida Patria nuestra.
Pero no vayamos tan lejos: La Fiesta de la Independencia de la ciudad de Quetzaltenango, no solo se va a realizar como todos los años, sino que con los agregados que va a tener, la Honorable Corporación Municipal de la ciudad Altense, ha elevado el presupuesto de la “Feria Centroamericana de la Independencia” a casi dos millones de quetzales...¿Cómo la ven “disdiay”?.
La suspensión de las Fiestas Julias este año, realmente, no se dio por las razones que arguyeron; fueron otros los motivos reales.