LA BASURA, OTRA VEZ

A mitad de la semana la cabecera departamental de Huehuetenango se ha convertido, nuevamente, en un pueblo asqueroso y mal oliente. Por enésima vez se deja de cumplir con uno de los servicios básicos que debe prestar a la población, la municipalidad lugareña.
Francamente no podemos entender como un “cuerpo colegiado”, en donde se supone, deben sumarse muchos gramos de materia gris, no ha podido efectuar un trabajo que, lo mínimo, debiera ser permanente, aunque no totalmente satisfactorio.
Pero ¿Qué es lo que supuestamente ocurre ahora? Se afirma que la tesorería municipal no ha efectuado los pagos que corresponden a los propietarios de los camiones que efectúan la extracción de los desechos sólidos de la ciudad y que además, los propietarios de los camiones, no tienen ningún contrato que formalice los servicios que ahora prestan; según dicen, no volverán a prestar el servicio hasta que se satisfagan estas exigencias.
Los camiones reciben, si la información que tenemos es correcta, Q.775.00 por cada viaje que realizan recogiendo, transportado y depositando los desechos en el relleno sanitario distante unos 20 Kms. de la ciudad; son diez camiones los que hacen el trabajo y cada quien por su lado.
Desde el mes de Octubre del año 2,008, cuando la municipalidad presidida por Danilo Angel expulsó de mala manera a la empresa Aseo del Valle, no hemos tenido regularidad en el servicio y Huehuetenango se convirtió en una de las ciudades mas sucias, contaminantes y hediondas del País; esa es apenas una de las deudas que le tiene a la población ese grupo de personas que, algunas de las cuales, aún detentan la Alcaldía.
Para resolver de una vez por todas este y los otros muchos problemas que nos agobian, tienen dos opciones: 1. Que se asesoren de manera apropiada y 2. Que renuncien y vengan otros con los que sí se pueda trabajar en beneficio de la población.
No deseo extender mas esta columna habida cuenta que en nuestros programas televisivos, “En Línea”, presentados por Huehuevisión, hemos aportado sugerencias de solución, a las cuales, convenientemente, han puesto oídos sordos, seguramente porque en ellas nuestra visión es y serán siempre lograr el beneficio de la población y no perseguir, como se ha demostrado, los intereses mezquinos y espurios de un pequeñísimo grupo de personas que ya ni siquiera esconden, discretamente, su abominable ambición personal.