LO QUE ENCONTRAMOS

Algunos de nosotros, los ciudadanos comunes y corrientes que deambulamos diariamente por la ciudad de Huehuetenango, hubiésemos querido que con el primer día del año 2,011, como por arte de magia, desaparecieran los inconvenientes que están colmando nuestra paciencia y hubiésemos iniciado transitando por una vida de mejor calidad en todos los aspectos.
Misión imposible, sueños de colores que provocan un despertar con una resaca tremenda y vuelta a la realidad que, infortunadamente nos está tocando vivir.
Y pensemos solamente en lo que mas salta a la vista y que volvemos a encontrar en nuestra ciudad: Calles sucias y mal-olientes surcadas por una enorme cantidad de ventas callejeras con el agravante de que ahora hay mas que el año pasado; hay algunas avenidas por las cuales, en vez de disminuir, aumentaron; pongo como ejemplo la 3ra avenida de la zona 1 en donde “la cosa” va de mal en peor; y así como esta van otras que se suman a las que ya nos robaron hace bastante tiempo. Y seguirán invadiendo la ciudad mientras algún tipo de funcionarios “se revientan” con declaraciones tales como los dejan ahí “por que como ES LA TRADICIÓN”.
El parque vehicular de la ciudad ha crecido exponencialmente pero ningún funcionario está preparado (ni lo estará de aquí a un año) para encontrar alguna solución que se encamine a solucionar el problema; se les va en colocar “parches” aquí y allá; se ve a la legua, que no cuentan con planes estratégicos para solucionar ni esta ni ninguna otra dificultad.
Vemos con desconcierto como en la Calzada Kaibil Balam (que es un desorden y un caos vehicular) aparecen “de repente” cuatro Agentes de la PMT entre hombres y mujeres que demuestran su sapiencia para dirigir el tránsito, convirtiendo aquello en un infierno tal: vehículos que obstaculizan por completo el paso, que salieron de las vías secundarias y que los PMT les permitieron atravesarse; estaba sufriendo las consecuencias, buscaba y no encontraba explicación. Aparecen en algunos cruceros ya de por sí conflictivos y sus acciones convierten aquello en un “pan demonium”. Debo afirmar y con mucha pena, porque lo he visto y lo he vivido, que para cumplir con la función que se les asigna les falta “toda una vida”.
Basura y desechos sólidos y humanos por cualquier parte, un Parque Central que, hasta el momento, nos abochorna; un viejo hospital que cada día que pasa y por su permanente estado de deterioro, nos arranca suspiros y lágrimas de desconsuelo; calles y avenidas tan olvidadas (menos por donde viven “funcionarios”) que sus hoyos y deterioro no caben a lo largo y ancho. En fin; no podemos engañarnos ni engañar a nadie: Nos encontramos en este 2,011 con una ciudad que, por donde quiera que la miremos, presenta monumentales evidencias, ya no de estancamiento, sino de claro retroceso en su rostro social y turístico.
Este desafortunado estado de cosas principió claramente en el 2,008 y esperamos que este año principie a romperse el maleficio.