COLABORACIÓN FEMENINA
Es un verdadero placer transcribir a Uds. la primera colaboración femenina que recibimos y que se convierte en un especial acontecimiento del año 2,011 dentro del periodismo practicado en el semanario “Aquí Huehuetenango”. La copiamos con mucho entusiasmo a la espera de que esta sea la primera de muchas de esta índole:
“¡Ay no! mi abuelo no sabe nada de tecnología”. Mi sobrina.
En Huehuetenango, cuando allá por 1,988 comenzaron a aparecer las computadoras todo parecía tan raro, tan difícil y lejano. Muchos querían saber de qué se trataba y muchos pensaban que ya no era nada de su tiempo y no les interesó para nada. Para esta época ya muchos habíamos egresado de la secundaria y sólo sabíamos usar la maquina de escribir, que era un dolor de cabeza. Allí estábamos con nuestros papelitos correctores para cuando nos equivocáramos que era a cada rato, muchos fueron muy buenos para ello pero otros nunca podíamos terminar una página nítida.
Poco a poco las computadoras fueron apareciendo, computadoras sin disco duro, sin programas, sin absolutamente nada, los programas venían en un disquete, debíamos usar dos disquetes uno dónde estaba el programa y el otro donde grabaríamos, decíamos entonces cuando ya habíamos aprendido y nos atrevíamos a enseñar, deben traer dos disquetes, uno de 51/4 y uno de 31/2, esto porque esa era la medida en pulgadas y el de 51/4 que era el más grande y flexible hasta daba miedo tocarlo porque le podía pasar algo.
Luego se enseñaba D.O.S. Word Perfect y Quattro Pro. Cuando vimos como funcionaba esto nos parecía una maravilla, jamás hubiéramos imaginado hasta donde iba a llegar la tecnología. Todo fue tan rápido, luego fueron apareciendo las diferentes versiones de Windows, de Microsoft Officce (Word, Excel, Power Point, etc.).
Aparecieron varias academias y se fue implementando poco a poco en los colegios. Al extremo que ahora los niños saben más que los padres. Como ahora ellos usan las computadoras desde muy pequeñitos, no tienen miedo de nada, ni de que la van a descomponer y algunos hasta se atreven a abrirla para ver si la pueden arreglar, claro que cuando la vuelven a armar les sobran o les faltan piezas.
En 1,995 cuando se fundó en esta ciudad la Universidad Francisco Marroquín, muchos estábamos emocionados de poder estudiar allí. Cuando se tuvo que hacer un proyecto - programa para mejorar algún proceso en alguna empresa, la resistencia al cambio fue asombrosa, nadie quería los programas ni regalados y los empleados creían que no aprenderían y que tendrían que irse de la empresa. Hubo lugares donde se les ofreció capacitación gratis y ni así.
Pero la vida y la tecnología dieron un giro de 360º y ahora podemos ver en Huehuetenango que casi todas las empresas cuentan con computadoras, programas y algo muy importante con Internet, porque sin ello ya no se puede trabajar. Los requisitos mínimos para optar a una plaza en la mayoría de las empresas son saber utilizar Windows, Microsoft Office (Word, Excel y Power Point) e internet, con eso estamos hechos para atrevernos a buscar trabajo.
La mejora tecnológica ha permitido que el manejo de los equipos y programas sea muy fácil. Además, últimamente se ha visto el interés de personas mayores de 60 años que quieren aprender y que llegan con el temor de que “ya no van a aprender” y cuando lo logran, casi que no lo creen y están felices porque hasta
pueden comunicarse de una manera más económica y más directa con familiares que tienen en otros lados del mundo.
“Así que estimados lectores, no hay que tenerle miedo al cambio, todos estamos capacitados para aprender y gozar de las satisfacciones que ello nos trae, nunca estamos viejos para nada y menos para aprender”.
Mirna Raquel Cifuentes Cerrata
Huehuetenango, Guatemala. 2010
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