lunes, 24 de enero de 2011

SUMA Y SIGUE

Hace muy pocos días nos alarmó la noticia de que en el municipio de Todos Santos Cuchumatán, un fuerte grupo de personas, supuestamente integrado por algunos maestros y familiares cercanos, habían retenido a unas siete personas entre las que habían menores de edad, a quienes amenazaban con “hacer justicia con mano propia” si no devolvían, en término perentorio, mas de Q.400,000.00 que habían sustraído mañosamente de una cuenta bancaria en donde se habían depositado los fondos que servirían para el beneficio de un grupo de maestros.
Afortunadamente, por intervención de bien intencionados intermediarios, se le encontró la mejor solución al problema y la cosa no pasó a mas.
Dos o tres días después, siempre en el curso de la semana anterior, fue secuestrado Erick Mendoza Sosa de 28 años a cuya familia se le exigían Q.50,000.00 para su liberación sin daños físicos de ningún tipo.
La familia del secuestrado y él mismo que logró escapar de los plagiarios, originarios todos de la aldea de Santa Rosa del municipio de Barillas, pusieron en estado de alerta a la población y a la PNC que logró capturar a Juan Andrés Diego de 18 años, Fernando Francisco Simón de 32 y a un policía municipal identificado con el nombre de David.
Los tres sindicados del plagio y de pretender sepultar viva a su víctima, fueron arrebatados a los policías y llevados a un lugar boscoso de la aldea en donde un aproximado de 5,000 lugareños procedieron a lincharlos, golpeándolos salvajemente y prendiéndoles fuego después conforme a las informaciones noticiosas.
Por ese mismo sector, a la mitad del año pasado, fueron muertas dos personas sindicadas de pertenecer a un banda de asaltantes y en el mes de Diciembre también fue linchado uno de los supuestos secuestradores de la Antropóloga Emilia Quan; en las cercanías de dicha aldea matarían a un segundo sindicado de ese execrable crimen.
¿Es posible que la gente que vive por esos lugares, tradicionalmente pacífica y noble, han cambiado tanto que se han vuelto dignos seguidores de Satanás? O ¿La desesperación por la impunidad gigantesca que se padece en Guatemala, los está obligando a tomar decisiones radicales para que vuelva la paz a su región?
Sea como fuere, Huehuetenango, en donde los males menores son los asaltos a personas, los allanamientos a residencias y pequeñas empresas que vacían con total impunidad, los robos de vehículos de todo tipo, las extorsiones, violaciones y demás, demuestra que la desesperación es muy mala consejera y que si no se hace algo valioso por revertir esta situación, podrá devenir en un caos y un anarquía que nos hará pronunciar “Sálvese quien pueda”. ¡El último que apague la luz!

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