domingo, 19 de junio de 2011

LOS CABALLOS DE HUEHUE

En nuestro programa “En Línea” transmitido por el Canal 4 de “Astro Satélite”, Huehuevisión, lo que todos quieren ver en Huehuetenango, hemos relatado algunas anécdotas que son simpáticas unas y otras que nos dan pie para pensar que esas cosas solo pueden suceder entre nosotros.
Relaté, y creo haberlo compartido con los cibernautas, que una noche de sábado, a eso de las 19.50 horas, estando yo parado frente al Edificio de la Sociedad de Auxilios Mutuos “El Porvenir de los Obreros”, en medio de la penumbra de lo que ahora conocemos como “La Plaza de la Vergüenza”, vi como surgía en medio de las sombras, la silueta de un jinete montado en su corcel, que iniciaba su paseo en las ásperas e irregulares piedras colocadas como indigno piso de dicha plaza, desde la 3ª calle, justo frente a la puerta lateral de la Catedral de La Inmaculada Concepción.
Al principio aquel recorrido nocturno me pareció insólito pero después fui cayendo en la cuenta que dicho jinete y su caballo, habían encontrado el lugar ideal para “echarse” la vuelta sin el peligro que los cascos del animal pudieran resbalar y provocar una caída que hubiese sido lamentable.
El hombre, quien quiera que haya sido, no cometía ningún delito porque todos podemos hacer lo que la ley no prohibe y me imagino que no se habrá escrito ninguna norma que impida que alguien quiera pasear con sus animales en una plaza como esta que quedó en lugar del extinto Parque Central de Huehuetenango; el piso es muy adecuado para que los animales, este caballo por ejemplo, puedan deambular por el lugar ya que precisamente por las condiciones actuales de la piedra que colocaron, las personas decentes y delicadas no van a arriesgar su integridad física por un tropiezo que los pondría en peligro evidente, menos en la penumbra de la noche.
Pero lo que ha puesto “la tapa al pomo” es que, en el curso de esta semana, se realizó en el Teatro Municipal de Huehuetenango una actividad escolar, de esas preparatorias para las Fiestas Julias, en la cual se presentarían a las señoritas candidatas al reinado del establecimiento educativo en cuestión.
Una de ellas, entiendo que quiso salir de lo común y dispuso, obviamente con la venia de sus profesores, ingresar a la platea del Teatro, pasando en medio de las filas de sillas de lo que nosotros conocemos como luneta, montando un, digamos, “brilloso corcel”; la niña, según me informa uno de mis corresponsales, montaba con los nervios a flor de piel y el animal, en medio de tanta gente y en un lugar impropio para sus instintos, iría peor.
Lo cierto es que el animal llegó hasta donde se inician las gradas del escenario; ahí descargó el insignificante peso de la amazona, pero ¿Dónde dar vuelta? El manejador de la noble bestia tuvo que hacer “micos y pericos” para sacarla “de retroceso”.
He hecho memoria desde que participé por primera vez en el escenario del Teatro Municipal de Huehuetenango (y de eso hace un choooooooooooorrrrrrrrrrrrooooooooo de años) y un caballo ahí dentro… ¡Jamás!
Solo algún circo, que muchísimos años atrás (de lo que yo no tengo memoria), hubiese presentado en el escenario a sus animales, por decisión de algún Intendente Municipal, se podría haber dado semejante barbaridad.
Pero en el Siglo XXI, con las condiciones estructurales y físicas del Teatro Municipal, un caballo dentro ¡Impensable! Pero así ocurrió, exactamente.

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