lunes, 19 de agosto de 2013

HEROISMO:

Siempre hemos escrito sobre lo que nosotros creemos que es falta de solidaridad entre vecinos y paisanos porque generalmente permanecemos indiferentes ante las necesidades y el dolor de gente que conocemos; y hemos generalizado, lo cual es un craso error de parte nuestra porque, por lo menos en este caso, existen excepciones extraordinarias.
Hace unos días una pequeña niña de unos cinco años aproximadamente, jugaba a la vista de su señora madre frente a la casa donde actualmente viven; se encuentra ubicada al fondo de un callejón si salida, de terracería que es la 9ª calle “A” de la zona 1 de esta ciudad.
Serían como las cuatro de la tarde y ambas habían salido de su domicilio por el intenso calor que hacía ya que los ardientes rayos del Sol, “pegan”, sin misericordia, en el frente del inmueble; buscaban refrescarse un poco en el exterior en donde la niña tenía oportunidad además de jugar un poco.
Adentro quedó el bebé de la señora con muy poco tempo de nacido y que en el momento de salir ellas, estaba dormidito. De pronto el bebé despertó y principió a llorar de manera inquietante; la señora entró corriendo a la casa para atender a su bebé.
En el mismo instante Memo Herrera, mecánico de profesión, caminaba con dirección a su taller que está a la par de donde vive la familia en mención, pero lo hacía con la vista al frente; vio a la niña que jugaba y saltaba en el lugar y observó con angustia que, después de uno de los saltos, la niña desaparecía de la calle polvorienta. Corrió con decisión para darse cuenta que la niña había caído “a plomo”, al fondo de un pozo que se encuentra en dicho lugar tapado simplemente por pedazos de lámina de zinc y otras cosas.
Memo, conocedor del pozo y a sabiendas que tiene una profundidad de 18 a 20 metros se quitó rápidamente la ropa que llevaba puesta y descendió por medio de los agujeros que dejan los “poceros” para el efecto.
A sabiendas de que el pozo tiene muy poca agua, cubierta casi en su totalidad por basura que echan en el lugar, tenía la esperanza que a la niña no le habría ocurrido mayor cosa; le habló antes de llegar al fondo para infundirle confianza, la niña respondió y cuando estaba junto a ella, le pidió que se subiera a sus hombros, que se abrazara fuerte a su cabeza y que saldrían de ahí.
Memo, ya con la dificultad de respirar con normalidad, principió el ascenso con la preciosa carga que llevaba y lo hizo con decisión pero con cuidado; cuando le faltaba como un metro para terminar, aparecieron los Bomberos Voluntarios, a quienes alguien llamó y ellos colaboraron en la etapa final; la niña fue llevada al Hospital Nacional para su evaluación y solamente tenía erosiones en la espalda y lastimado uno de sus pies. ¡Un verdadero milagro!
Memo, según nuestra apreciación, es un verdadero héroe; un hombre humilde pero valiente que no dudó en demostrar su solidaridad en el momento justo; la familia de la niña, los vecinos y todos nosotros debiéramos valorar su actitud en su justa dimensión, tal como la hacemos en este semanario.
¡Que Dios Lo Bendiga, Memo! ¡Usted es un verdadero héroe huehueteco!.

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