domingo, 29 de diciembre de 2013

RECTIFICACIÓN O RATIFICACIÓN:

La honestidad y la ética personal principian por el reconocimiento de los errores u horrores cometidos; pero eso solo no basta, debemos reconocerlos con hidalguía y si son cuestiones de tipo mediático, la publicación aclaratoria y las disculpas correspondientes, debe ser inmediata, si esto es posible.

            Hace un par de decenios, años mas, años menos, recuerdo haber publicado una crítica relativa a las desviaciones que, a mi juicio, cometía un funcionario público; como escribía todos los días abordando tópicos diferentes, la presión era muy fuerte (y esto último no es ninguna justificación banal); y en aquel “editorial” escribí una generalización imperfecta en donde “pasé a traer” a personas que de ninguna manera merecían mi alusión; reclamaron de inmediato con sobrada razón y mucho mas temprano de lo que se podía esperar, surgió mi rectificación y las consabidas disculpas. Ahí se zanjó el problema pero a mí, aquel error, no se me olvidó y me sirvió para tener mucho cuidado cuando escribo críticas, para  que no se conviertan en ofensivas en contra de personas decididamente inocentes.

            O sea, aprendí que, a pesar de la inmediatez, no debo olvidar reglas de caballerosidad, de decencia y de ética periodística. Es mas, nunca la emprendemos en contra de personas, sean funcionarios, empresarios, periodistas, trabajadores en general, que no nos afectan ni ofenden sin provocación, o que hacen las cosas para bien de todos.

            Lo que escribo o hablo como periodista lo puedo repetir como caballero y defender como hombre porque sé que es una verdad demostrable testimonial y documentalmente hablando.

            Estas normas de veracidad y respeto no debieran olvidarlas quienes escriben ahora con frugalidad (y muchas veces sin sentido) en el FB. Atacan sin ser aludidos, incluso después de haberles aclarado y demostrado que cometieron errores en su ofensa original; pero siguen despotricando con terquedad y sin motivo, por el simple deseo de vilipendiar y desprestigiar; como que algo anda mal en su vida.

            Esos ataques infundados (mentiras y calumnias incluidas), dan pie para que otros, con la cola mas que machucada, salten a la palestra para abonar en la insidia y en la ofensa sin argumentación ni mucho menos evidencias de lo que afirman: ¿Qué os pasa? ¿Es que no recordáis vuestro pasado no muy lejano ni muy límpido que digamos?

            “Yo respeto”, repetía con frecuencia Bora Milutinovic, un excelente entrenador futbolístico que dirigió por lo menos cinco selecciones nacionales de diferentes países y continentes; porque “el respeto al derecho ajeno es la Paz”, acuñó Benito Juárez, el Benemérito de las Américas.

            ¿Será mucho pedir que solo si tienen argumentos sólidos para la confrontación los hagan públicos? Porque de lo contrario la respuesta, a la cual tengo todo el derecho del mundo, podría dolerles y afectarles demasiado. Y es que conozco bastante la historia de mi pueblo y sus habitantes…

            Para terminar quisiera pedirles un favor: Olvídense de ciertas miserias espirituales y “háganme la campaña” de tratar de ser todo lo felices que puedan en el año 2,014. 

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