DIÁLOGO
Según el Diccionario de la Real Academia Española, unas de las acepciones de la palabra “diálogo” se plantean de la manera siguiente: “Plática entre dos o mas personas, que alternativamente manifiestas sus ideas o afectos”; “Discusión o trato en busca de avenencia”. Vale decir entonces que el diálogo es la conversación o discusión entre dos o mas personas para encontrar la solución al o a los problemas planteados.
En términos generales, si por medio de esta plática o
discusión no se encuentra la avenencia que se busca porque ninguno de los
participantes quiere ceder un ápice en su posición original, lo único que
conseguiremos es perder el tiempo en una plática de sordos.
A lo largo de la historia de los pueblos, de las comunidades y de las agrupaciones guatemaltecas
de diversa índole, se han publicitado infinidad de “diálogos” que solo han
servido para abrir aún mas las brechas de las profundas diferencias que existen
o para ahondar mas la rivalidad, lindante con el odio, entre las partes. Es
difícil recordar con precisión los pocos “diálogos” que han tenido éxito.
Y es que el ejemplo clásico lo vivimos en el Congreso de
la República en el que solo se llega a consensos mediante cierto tipo de
negociaciones, generalmente “debajo de la mesa” y cuyo resultado final, no
siempre favorece a la población sino a cierta élite que es la que,
sempiternamente, sale “en caballo blanco”. Tanto es así que las imágenes
captadas por las cámaras de televisión nos hacen ver (en las raras ocasiones en
que se permite hablar a los diputados), que quienes hacen uso del micrófono se
desgañitan mientras el resto habla por teléfono, ve imágenes nada formativas en
su lap top o en su Tablet, come abundantemente y de mala manera, platica con
sus compañeros de pie y dando la espalda al orador, etc, etc, dándonos el mejor
ejemplo del “diálogo de sordos”.
En otras instancias el acuerdo no llega después de mas de
cincuenta “diálogos” como ocurrió con el último nombramiento del Presidente del
OJ. Tuvo que intervenir el “manda más” para cerrar la negociación.
Cuando se trata de “encuentros” entre quienes están en
contra o a favor de hidroeléctricas, minería, granjerías laborales y esa serie
de hechos heredados de la guerra civil en Guatemala, lejos de conseguir
acuerdos, las cosas quedan peor de como comenzaron porque hay quienes no varían
un milímetro en su posición de siempre; quieren tener la razón porque “este
macho es mi mula”, aunque la verdadera historia de las cosas les diga lo
contrario.
Y desgraciadamente así estamos; cuanto quisiéramos que
este año, principiáramos a ceder en posiciones equivocadas que tanto daño han
hecho y siguen haciendo a nuestras comunidades y a nuestro País en general;
pero para ello se necesita tener la mente abierta y el corazón limpio de odio y
de ansias de venganza.
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