GOBERNADOR:

Desde las elecciones de 1,985 que llevaron a la Presidencia de la República al Lic. Marco Vinicio Cerezo Arévalo por el Partido Democracia Cristiana Guatemalteca se viene cuestionando el procedimiento para el nombramiento de Gobernador de los diferentes Departamentos del País; no lo recuerdo muy bien, pero me parece que algo se dijo cuando la Asamblea Nacional Constituyente estaba formulando este contrato político que pretende que vivamos en paz. Lo cierto es que en aquella época, solo se habló de introducir cambios importantes en el proceso pero nunca se hizo nada; de esa cuenta, desde el primer gobernador de la nueva época democrática, hasta el último, se han nombrado a dedo por parte del Presidente de la República y quienes le rodean que claro, tienen intereses bien marcados sobre todo desde que dicho funcionario se convirtió, gracias a la Ley de Desarrollo, en el Presidente del Consejo Departamental de Desarrollo que es la entidad en donde se manejan los fondos para, supuestamente, realizar las obras de infraestructura que, con fondos del gobierno, se efectuarán en el Departamento en cuestión; ahí confluyen intereses más que conocidos y en donde se “mete la mano” con cinismo y con descaro. A partir de ahí, el Gobernador Departamental dejó de ser la figura decorativa que siempre había sido desde 1,982 (antes todos fueron militares, unos peor que otros, con rarísimas excepciones); casi nunca fue nombrado un personaje que realmente valiera la pena hasta el punto que cuesta recordar quien de todos, desde la Gobernación, hiciera algo digno de recordarse, algo que verdaderamente los haya colocado en un lugar importante de la historia local; insisto, siempre hay excepciones a la regla pero hay que buscar “la aguja” en el pajar. De pronto acepto la idea que se me han venido proponiendo y escribo el libro sobre historias, leyendas, anécdotas y demás con relación a lo mucho que ha ocurrido en Huehuetenango desde que tengo memoria; ahí podrían tener lugar especial quienes han ocupado este cargo, que debiera ser muy importante y electo popularmente, y relato algo de sus historias particulares; pero no solo de ellos, sino de muchos más… Pero en fin, volvamos al asunto: Durante la administración gubernamental que se inició en 2,012, fue nombrado un caballero que salió de la nada por cuanto era “muy choteado” que le dieran el cargo a quien ni era huehueteco, ni menos había vivido entre nosotros el tiempo que marca la ley; entonces lo desestimaron de momento, “jalaron” al que fue seleccionado y lo pusieron; el resultado: un ridículo espectacular que no solo lo puso en evidencia a él, sino al gobierno en general. Vino el otro proceso (que ya sabemos que siempre es amañado) pero, supuestamente, el Presidente nombró a quien hasta el momento que escribo esta nota ocupa el cargo, pero dicha selección, entiendo, no fue muy del agrado de otros que están muy cerca de “la guayaba”; y ya sabemos cómo se las gastan quienes quieren trocear a un funcionario. Sigo creyendo que el Ing. José Antonio López Rojas es un buen hombre, preparado, honesto, sencillo, humilde, pero tiene un gran defecto para ese cargo: No es trancero y ahí precisamente, está “el clavo”. Por eso lo tienen “entre ceja y ceja” desde hace mucho tiempo. Ah…pero ahora…a consecuencia de unas declaraciones que “nada que ver” y que pretendieron bajar la enorme tensión que se barajaba en una reunión, han encontrado el “lev motiv” para bajarlo; el corifeo de “simplones” sirvieron de cajas de resonancia y aquello se volvió noticia de primera plana. ¡Como que si “los de arriba” no hubieran incurrido en cada barbaridad de léxico merecedora de burlas, risas, chistes y demás¡ Por cada “cosa” que ellos han dicho, debían merecer la sepultura política. Pero como la expresión provino de alguien que no tiene poder, hay que rematarlo política y periodísticamente, lo que no se vale. Este joven ingeniero no merece lo que le están haciendo. Creo que hay que conocerlo antes de contribuir a su destrucción. En fin, no sé que pasará; pero mejor busquen una mejor excusa si por fin, lo van a echar.