EL COLMO

Hemos insistido en comentar sobre los altos índices de violencia, criminalidad e inseguridad que existen en Guatemala, en términos generales, y en Huehuetenango, particularmente.
Sabemos que nuestro Departamento, por la posición geográfica que posee y su cercanía a muchos lugares del Estado de Chiapas en la República de México, se constituye en una región fronteriza de alto riesgo delincuencial, pero por favor, no quiero que se me mal entienda.
La posición geográfica de nuestro Departamento por sí sola, no debiera ser riesgosa sino una oportunidad permanente para intercambiar conocimientos y compartir cultura con nuestros hermanos chiapanecos, principalmente; y así fue en efecto durante muchos años y quizá lo siga siendo en una escala menor hasta el punto de que si existe ese compartimiento, se pierde en la maraña de sinsabores que son nuestro pan diario.
Escribo que nuestra posición geográfica ahora es riesgosa porque durante la última época, bandas delincuenciales de todo tipo se han adueñado de las fronteras y casi no pasa un día en que no tengamos noticias de lo pernicioso que se ha vuelto eso de tener fronteras comunes. Como que la “era del narcotráfico” ha complicado, principalmente, el diario vivir de la gente honorable y decente que vive en las proximidades de esos límites geográficos.
Pero esta semana como que tocamos fondo; esta semana se ha dado un caso que pinta fríamente la real situación en la cual ahora nos desenvolvemos en la jurisdicción de nuestro Departamento, otrora uno de los mas apetecidos para vivir tranquilamente la época de vacaciones, de descanso, la jubilación o el pensionado.
La información es la siguiente: Carlos Gabriel Villatoro o Jorge Diéguez Hernández de 31 años de edad, mas conocido como “El Gaby” recorrió las calles de esta ciudad pilotando una camioneta agrícola de reciente modelo, la cual recién había adquirido. Las personas que lo conocían lo señalan de consumidor y traficante de drogas, según lo que acotó la Policía en su informe del caso.
Para que lo acompañaran a disfrutar de un paseo en el vehículo en cuestión, dispuso invitar a la señorita Silvia Méndez Días de 20 años y a las hermanas Esmeralda y Yahaira López Gutiérrez de 18 y 15 respectivamente. Las tres, confiadas, aceptaron abordar el vehículo y viajar con rumbo al municipio de La Democracia para un día de natación, buena comida y bebida, tal cual la promesa del anfitrión.
En efecto, se van con rumbo a la frontera y en horas de la tarde, conforme a las informaciones recibidas, un pick up blanco de doble cabina les cierra el paso en el Km 327.5 de la ruta interamericana, jurisdicción de la aldea de Camojá; los tripulantes accionan sus armas que son fusiles AK-47 y apuntan con precisión sobre la humanidad de quienes viajan en la camioneta agrícola; los cuatro reciben varias balas, necesariamente mortales, pero el conductor (que pudo ser mexicano), “El Gaby”, cuyo cuerpo es revisado posteriormente, tenía por lo menos, nueve impactos de esa mortal arma de fuego. Al terminar el ataque a balazos, los agresores, quizá para asegurar “el trabajo”, les lanzan una bomba incendiaria, que pudo ser un Coctel Molotov, la cual provoca el incendio del interior del vehículo y calcina parcialmente los cuerpos; luego, huyen rápidamente del lugar de los hechos y desaparecen con los últimos rayos del Sol de la tarde.
Las autoridades afirman que son venganzas o ajuste de cuentas entre narcotraficantes del lugar, pero lo afirman “a priori” sin que exista una investigación que respalde su hipótesis; pero como esa “explicación”, pueden existir otras muchas.
Se dice que una de las bandas que se ha apoderado de parte de ese territorio ha comenzado a contratar jovencitas para que trabajen como “mulas” para transportar su “producto” de un País al otro; este oficio, evidentemente, sería muy bien pagado y tal parece que tendría mucha demanda.
Pero la verdad de los hechos es que, sea cual fuere el origen de este múltiple asesinato, nos hace ver la realidad de Huehuetenango en su justa dimensión.